El cine de explotación como una de las bellas artes
o qué tienen en común Babasónicos, Tarantino y los Redondos
Sexo, drogas y moral cristiana
A pesar de haber nacido como expresiones marginales con evidente intención comercial que respondían a tendencias o tópicos (contra)culturales de moda, la influencia de las películas de explotación puede verse hasta nuestros días. Sí, es probable que hayas visto (o escuchado) alguna obra que refiere a este tipo de cine sin saberlo. Su auge tuvo lugar desde mediados de los años ‘50 hasta fines de los ‘70 y no hubo género o temática que se salvara de ser explotado.
Para empezar, vamos a establecer a grandes rasgos qué elementos necesita una película de explotación (o exploitation) para ser tal. Se trata de narrativas que juegan con mantenerse siempre al filo de la moral de la época, buscando escandalizar y shockear al público a través de imágenes consideradas (según la coyuntura) socialmente inaceptables. Suelen contar con una gran dosis de sexo (ya sea implícito, explícito o real), casi siempre configurado para consumo masculino, combinado con secuencias violentas que pueden ir desde una pelea de puños hasta el gore más crudo.
También hay que decir que muchas veces estos argumentos sórdidos eran compensados por una moral cristiana intachable de fondo, que se asomaba hacia al final del metraje para castigar a los pecadores, como para volver todo este desmadre un poco más digerible.
Realmente los géneros a disposición son interminables y puede que más adelante profundicemos en el tema porque hay tela pa’ cortar para rato, así que, por el momento, vamos a hacer un pequeño popurrí:
- Vamos primero con el Sexploitation, ya que suele estar integrado a varios otros géneros de esta índole. Como su nombre bien lo indica, se trata de películas que ponen el foco en la desnudez y en el acto sexual más que en la trama, que puede ir casi sobre cualquier cosa. El más influyente de sus cultores fue sin duda Russ Meyer, director de películas que tenían una búsqueda estética y conceptual más allá de la mera explotación del capital erótico de sus elencos. Dirigió, entre otras, Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965), que además de tener uno de los mejores títulos de la historia del cine, fue una película (tal vez accidentalmente) transgresora al exhibir roles de género considerados provocativos para el momento de su estreno y terminó por inspirar Death Proof (2007) de Quentin Tarantino, y también “¡Viva Satana!”, ese TEMAZO de Babasónicos en homenaje a la actriz protagonista. Ah, cierto, también dirigió ese delirio motoquero titulado Motor Psycho (1965) que inspiró ese otro TEMAZO de los Redondos. Y claro que en el ámbito local tenemos como referentes a Isabel Sarli y Armando Bó, pero eso va a requerir de una edición aparte… También habría que decir que la debacle del género no se dio por falta de demanda sino gracias a la legalización del porno en los Estados Unidos en 1974, historia que también da para largo.
- Uno de mis favoritos es el Ozploitation, que podría resumirse como “cine de australianos pasados de rosca”. Desventuras que tienen al outback (ese gran desierto interminable y rojizo) como escenario, narradas la mayoría de las veces con un ritmo de montaje absolutamente cocainómano. De esta cosecha me parece oportuno destacar Wake in Fright (1971) de Ted Kotcheff, una película desesperante sobre un hombre que no puede escapar de un pueblo recóndito, perdido en lo más remoto del desierto, y el espiral sólo puede resultar descendente. También tenemos Roadgames (1981) de Richard Franklin, un muy dinámico thriller al que podríamos definir como La ventana indiscreta de Hitchcock pero sobre ruedas, o también Patrick (1979), del mismo director, sobre un tipo que está en coma y mata gente con la mente. Ah, pará, también está la maravillosa Razorback (1984), una película de monstruos con una fotografía espectacular sobre un jabalí salvaje y desproporcionadamente grande que tiene una particular predilección por la carne humana. Como ejemplo reconocible que llegó al mainstream, dentro del género también entra la trilogía original de Mad Max de George Miller. Y como este párrafo posta se está haciendo más largo de lo que esperaba, si quieren profundizar en esto les recomiendo ese bello documental titulado Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation! (2008).
- Y mientras lo escribo no puedo creer que esto haya existido, pero también tenemos el Nazi Exploitation: películas de campos de concentración que combinaban crímenes de guerra con erotismo (sí, literal) y que en su mayoría estaban protagonizadas por mujeres, que eran quienes ejecutaban las más sádicas acciones imaginables. El máximo exponente de este género fue Ilsa, She Wolf of the SS (1975), película cuyo éxito le valió tres secuelas —una de ellas dirigida por el inigualable Jesús Franco— y provocó que una gran cantidad de directores (en su mayoría italianos) se subieran al barco intentando capitalizar un poco de ese éxito. Como ejemplos un tanto más prestigiosos que temáticamente entran como parte del género, no está de más mencionar El portero de noche (1974) de Liliana Cavani o Saló o los 120 días de Sodoma (1975) de Pier Paolo Pasolini, que si la viste hay un par de secuencias que no te vas a olvidar en toda tu santa vida. Ah, y casi me olvido de ese trailer falso precioso que dirigió Rob Zombie para Grindhouse, en un homenaje explícito y delirante a Ilsa: Werewolf Women of the SS (2007).
Y sí, al final sólo llegamos a tocar por arriba tres géneros de por lo menos una treintena de opciones viables, pero para cerrar me parece pertinente contarles “por casa cómo andamos”.
No voy a mentirles: cada una de las películas mencionadas fue consumida por voluntad propia y por el mero estímulo cinematográfico que provoca el visionado de ciertas obras que se escapan de los, ponele, cánones tradicionales. De todas formas, las horas sentado frente a esta pantalla para escribir estas palabras son trabajo y el trabajo debe ser remunerado como corresponde. Por eso, si te nutre (o al menos divierte) nuestro contenido, te invitamos a girarnos unos morlacos en somosmate.ar para que sigamos creciendo hasta que, algún día, lleguemos al Maipo y más allá 🪐
Oíd, mortales
Para quienes quieran acercarse de a poco a estos terrenos escabrosos y necesiten una sustancia de transición antes de ir por lo más puro, posiblemente la mejor puerta de entrada al cine de explotación argentino sea Los visionadores (2021) de Néstor Frenkel, película que toma como material ciertos policiales nacionales para construir un hermoso collage, en que a su vez se apoya una ficción narrada en formato fotonovela; un pastiche precioso que rescata un poco de ese cine que, en la era de las plataformas, yace olvidado en las bateas de algún videoclub abandonado hace años.
Acá se narra una relación entre dos amigos cinéfilos que se juntan seguido a ver películas y un día, sin querer, alquilan en el videoclub una argentina de los ‘70s —Los drogadictos (1979) de Enrique Carreras— y descubren un mundo mágico antes desconocido: el cine de explotación nacional. A partir de ese momento, Los visionadores toma la estructura narrativa del cine con el que dialoga: un descenso a los infiernos de la adicción cada vez más profundo pero en este caso, en lugar de droga, lo adictivo son los cassettes con horas y horas de contenido para visionar.
Así es como, luego de un largo período de visionados, estos personajes descubren la Rannix: un multiverso de acceso hermenéutico construido por la intertextualidad entre los cassettes, donde Rodolfo “el Tano” Ranni es todopoderoso y múltiple.
Si se atreven a ingresar a esta realidad paralela, recomiendo comenzar por En retirada (1984) de Juan Carlos Desanzo, donde Ranni encarna a un ex milico represor retirado que debe escapar del padre de una de sus víctimas (!!) o por la inverosímil Cocaine Wars (1985) de Héctor Olivera —sí, el mismo tipo que dirigió La noche de los lápices y No habrá más penas ni olvido—, coproducción yanqui-argentina garpada por el mismísimo Roger Corman, que cuenta con Federico Luppi y Ranni discutiendo en un inglés de mierda, está protagonizada por uno de los pibes de la serie televisiva Los duques de Hazzard (que estaba de moda en ese momento) y del guión se encargó David Viñas (!!). Ah, sí, la trama medio que intentaba abordar el problema del narcotráfico y la corrupción política en latinoamérica y a pesar de tenerlo a Viñas metido parece propaganda de la CIA. Imperdible es poco.
Y debo confesar: en realidad hice todo esto porque tenía ganas de hablar sobre la filmografía de Emilio Vieyra, otro de los grandes referentes de nuestro panteón del cine (de explotación) nacional y precursor de cierto cine de terror filmado en nuestras tierras. Pero bueno, va a quedar para más adelante porque ya me fui de mambo y me estaría quedando sin caracteres. Por si alguna eventualidad del destino hace que ese día nunca llegue, les recomiendo que se manden sin prejuicios a ver a La venganza del sexo (1966) y después me cuentan.
Salú!
Artista invitadx
Y es un verdadero privilegio contar con el propio Néstor Frenkel como artista invitado. Un director que, más allá de Los visionadores, es el responsable de un buen número de documentales que nunca me canso de recomendar, como:
- Amateur (2011): Un ensayo sobre cómo la difusión del formato Súper 8 hizo posible que cualquier ser humano pudiera hacer sus propias películas. El relato está centrado en Jorge Mario, un entrerriano que dedicó gran parte de su vida a filmar Winchester Martín, un western litoraleño caserito y precioso.
- Todo el año es navidad (2018): Una vez al año, un gran número de hombres se transforman en Papá Noel durante buena parte del mes de diciembre, algunos por vocación divina, otros por dinero y otros por placer; esta bella película nos cuenta quiénes son estas personas cuando no se esconden detrás del disfraz.
- Los ganadores (2016): Acá Frenkel nos lleva de viaje por el fascinante mundo de los galardones amateur, donde las caras suelen repetirse y el hecho de comprar un premio no está tan mal visto como creemos; si los personajes que componen esta película pertenecieran a una ficción resultarían inverosímiles. Desperdicio no hay.
- Buscando a Reynols (2004): Documental que se transformó en una pieza de culto al intentar desentrañar el misterio que ostentan los Reynols, una banda mítica a nivel internacional que en nuestro país el gran público parece ignorar. Maravilla absoluta.
Al consultarle a Frenkel sobre por qué le parecía importante reivindicar a esas películas olvidadas que operan como base de Los visionadores, esto nos dijo:
“Yo no sé si reivindicar es la palabra, pero sí la intención es no negarlo. Es un cine que existió, que se hizo durante mucho tiempo y del que usualmente no se habla. Es un cine negado, barrido bajo la alfombra: un cine vergonzante.
Por un lado, hay todo un cine industrial que de alguna forma representaba la moral imperante de esa época; la moral con la que fuimos educadas un par de generaciones. De esta etapa podría recomendar el cine testimonial de Enrique Carreras; su cine de denuncia. Él filmó de todo: musicales, comedias, películas para niños, etc, pero creo que en su cine testimonial hay un corpus muy interesante para analizar. Los drogadictos (1979), Las Barras Bravas (1985), Los viciosos (1962): ese tono de películas habla mucho sobre cómo fuimos educados.
Por otro lado, aparece todo lo que es la zona de la Rannix: el cine postdictadura de la apertura democrática y el destape. En ese contexto, el cine argentino industrial se animó casi por primera vez a mostrar sangre, desnudez, violencia y escenas de sexo. Y también se transformó en la era de los “grandes puteadores”.
Y bueno, yo creo que la última gran zona —que no sé si es la más interesante pero sí la más exótica y la menos tenida en cuenta por la historia del cine y por los críticos— es el directo a video. Un cine totalmente por fuera de las academias, de los festivales, de los estrenos, del Instituto de Cine y de los subsidios. Películas independientes por fuera de todo tipo de censura o filtro, hechas por la pulsión de hacer cine y por un interés comercial muy concreto. Películas que disparaban unos deseos y unas fantasías en quienes las hacían que las vuelven muy peculiares. La mayoría no son agradables de ver, pero sí es interesante asomarse un poco y ver qué pasaba en esa época.”
Habrá que asomarse, nomás 👀
Agenda
6/5 - 18hs: “Para leer a Donna Haraway”, por Colectiva Materia. (Curso de 4 clases)
@ CCK (Sarmiento 151, CABA). Entrada: Gratuita, con inscripción previa.6/5 - 20.30hs: Chicosvaca + Fantasmagoria (Música)
@ Capitán Bar (Mendoza 930, Rosario, Santa Fe). Entrada: $1200.6/5 al 8/5 - 21hs: Matar a la bestia (2021) de Agustina San Martín (Cine)
@ Sala Leopoldo Lugones (Av. Corrientes 1529 8° Piso, CABA). Entrada: $3507/5 - 18hs: Competencia de Cortometrajes del Festival La mujer y el cine, incluyendo Descenso de nuestra Dora Schoj.
@ MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA). Entrada: Libre y gratuita, hasta agotar capacidad.7/5 - 21hs: Brenda y Thav (Show acústico)
@ Salas de ensayos El Salmón (218 Boulevard Las Heras, Córdoba). Entrada: $700.7/5 - 20hs: Los Bicis + Amplilabial + Biloba (Música)
@ Strummer Bar (Godoy Cruz 1631, CABA). Entrada: $800.7/5 - 20.30hs: Dillom presenta POSTMORTEM en San Luis (Música)
@ Comuna Club (Colon Extremo Sur y Parque IV Centenario, San Luis). Entrada: Desde $1800.
¡Eso es todo, amigxs!
Gracias por compartir este viaje por el cosmos de nuestra cultura.
Por las dudas, vamos con un poco de data que nunca está de más aclarar:
Mate es un medio autogestivo que depende de tus aportes y que busca ofrecer progresivamente más formatos, más contenidos, más todo. Contamos con tu aporte, sea por única vez o una suscripción mensual, en somosmate.ar.
Mirá Mate News todos los lunes y jueves a las 20 con Ivana Szerman.
Los viernes a la misma hora nos encontramos en vivo para repasar la semana.
Además tenemos otros espectaculares newsletters, como:
Mate Mundi: El recorrido internacional de la semana y todos los memes sobre lo inepta que es la ONU de la mano de Viole Weber. Suscribite acá.
Alto ahí: El newsletter sobre abusos policiales y violencia de género de Agus Colombo. Suscribite acá.
Y si éste te gustó compartilo en tus redes.
¡Ah! Seguinos, suscribite, danos like. Estamos en Instagram, Twitter, TikTok, Twitch, YouTube y sí, también Facebook. Más instrucciones que “La Macarena”.
Te queremos. Por esto y por todo, gracias.
Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Supo tocar la batería y componer junto a las bandas Efecto Amalia y Gente conversando. Actualmente forma parte de la banda de Ire Paz. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.