Breve introducción a lo oculto
No sé si les habrá pasado o si será cosa mía o qué, pero más de una vez se me han acercado personas en situaciones disímiles para preguntarme si tenía idea de qué era eso del ocultismo. Ante esto, lo primero que me sale pensar es que las así llamadas “ciencias ocultas” son una suerte de antepasado del moderno esoterismo new age, y que básicamente el término integra y funde de forma sincrética teorías, ideas y conocimientos de diversas fuentes que suelen incluir referencias a la alquimia, la astrología, la Cábala, el paganismo, el hermetismo, la adivinación (tarot, quiromancia y todo el resto de las -mancias) y un amplio etcétera la mayoría de las veces (aunque no siempre) por fuera del imaginario de la Iglesia Católica.
Y bueno, para profundizar un poco en esta respuesta, por si les llega a pasar lo mismo que a mí, acá les voy a dejar un poco más de data para que puedan pilotear la charla y hasta tal vez asustar un poco a sus interlocutores de forma recreativa.
Como definición básica, lo oculto refiere a todo eso que subyace nuestra realidad material; un plano más profundo que, aparentemente, resulta impenetrable para la razón pura y el método científico. Estas teorías suelen intentar dar una interpretación a lo invisible y lo inexplicable, y para descubrir sus secretos uno debe “iniciarse” en estudios y prácticas de lo más eclécticas.
Tal vez uno de mis esotéricos medievales favoritos (ah re, por qué tenía uno) sea Paracelso (1493 - 1541), médico y alquimista suizo que cobró fama internacional al correrse el rumor de que había logrado transmutar el plomo en oro. Lo particular de este buen hombre es que, por un lado, es considerado uno de los precursores de la medicina moderna (al participar en la búsqueda activa de nuevos remedios y tratamientos desde un punto de vista científico) y, por el otro, nos regaló un buen número de textos místicos cuya lectura provoca efectos lisérgicos (les juro que se siente así), que hoy pueden encontrarse en esa recomendadísima recopilación que lleva el título de Catecismo alquímico.
Y todo esto todavía estaba en pañales. La cosa se empezó a poner linda a partir del S. XIX y yo supongo que algo que ver tuvo con el advenimiento del iluminismo (o ilustración) que para entonces terminaba de consolidar una hegemonía intelectual que pretendía combatir preceptos religiosos y supersticiones a fuerza de razón y conocimiento empírico. El problema fue que este nuevo paradigma generó una fuerte reacción en quiénes querían aferrarse aún a la existencia de un mundo por fuera de la empiria, y mientras en la literatura surgía el gótico como retorno a las pulsiones primordiales, el ocultismo llegó a su auge.
Así es como en 1875 se funda la Sociedad Teosófica, una agrupación destinada al estudio de fenómenos inexplicables que terminó de establecer a la teosofía como religión. Su marco teórico rondaba entre el hermetismo y la tradición rosacruz, y bajo estos parámetros Helena Blavatsky, su líder, publicó La doctrina secreta (1888), libro que condensa todas las obsesiones de la Sociedad y que se distribuyó a lo largo y ancho de todo el mundo occidental. Tal es así que hasta nuestro querido Roberto Arlt se vio tentado por esta extraña doctrina, pero terminó decepcionado y hasta escribió en contra de los intereses y métodos de la agrupación, hecho que retrató en ese precioso ensayo/crónica que se titula Las ciencias ocultas en la Ciudad de Buenos Aires (1920).
Y ya vamos llegando a lo que nos compete, porque al momento de publicarse La doctrina secreta nacía otra organización que a lo largo de los años estuvo integrada por nombres que marcaron nuestra historia cultural hasta el día de hoy. Se trata de la Orden Hermética de la Aurora Dorada, que además de romperla con el nombre tuvo dentro de sus adeptos a personalidades como Bram Stoker (el autor de Drácula), Arthur Machen (una de las principales influencias de Lovecraft), Gustav Meyrink (el autor de El gólem) y William Butler Yeats (ese poeta irlandés que nombra Morrissey en este TEMAZO de los Smiths).
Me faltó nombrar a su miembro más infame: Aleister Crowley, un tipo curioso e hiperactivo —chanta para unos, profeta para otros— que al ser expulsado de la Orden fundó su propia filosofía religiosa, conocida como Thelema, por la que a su vez pasó gente como L. Ron Hubbard, el fundador de la cienciología. Como si todo este confuso mejunje de creencias y liturgias fuera poco, Crowley tuvo una inmensa influencia (y presencia) en la cultura pop, desde figurar en la tapa del Sgt. Pepper’s de los Beatles y ser aludido en canciones de David Bowie, Led Zeppelin y Ozzy Osbourne, hasta convertirse en el referente primordial de figuras como el historietista Alan Moore o Anton LaVey, el fundador de la Iglesia de Satán. Y bueno, también de la estrella pop de la que vamos a hablar a continuación.
Gracia, honor, loas, delicia. Aquí se encuentran día y noche. Sanos cuerpos presentados con una buena mente persiguen aquí con entereza. Hacer tu voluntad será el todo de la ley. ¡Oh, Dios del Silencio! ¡Amo y bestia de las fuerzas ulteriores! ¡Salve..!
Ah, perdón, ¿en qué estaba? Entré en una, sabrán disculpar, pero ya saben lo que os vengo a contar. En resumidas cuentas, si les gusta este contenido que tal vez nos cueste años de vida y espíritu (literal), pueden pasar a dejarnos sus aportes en somosmate.ar para que podamos subsistir en este mundo adverso y así continuar desempolvando arcanos saberes que hoy se ocultan tras el velo de Isis 🪐
Me pueden (des)programar
Inglaterra, año 1969. Dentro de una sociedad ultraconservadora que todavía no había dado a luz a los Sex Pistols ni a Margaret Thatcher surgió un movimiento transgresor con espíritu punk antes de que se acuñara el término. Se trataba de COUM Transmissions, un colectivo de artistas que en sus piezas combinaba música, artes plásticas y performance con algunas vanguardias como principal inspiración, desde los escritos de la generación beat hasta el surrealismo y el dadaísmo.
En 1976 saltaron a la infamia a través de The Prostitution Show, una exhibición llevada a cabo en el Instituto de Arte Contemporáneo de Londres que incluía recortes de revistas porno, jeringas, tampones usados, navajas oxidadas y demás ítems que escandalizaron a la moral imperante de la época. Y no sólo eso, sino que la muestra contó con música en vivo de Throbbing Gristle (“Cartílago palpitante” en español), banda que era una pata fundamental de COUM Transmissions y hoy es considerada pionera de la música industrial. Tal fue el escándalo ante la exhibición que los medios salieron a tildar a los integrantes de COUM como los “destructores de la civilización occidental” y propusieron como chivo expiatorio a su figura más llamativa y reconocible: Genesis P-Orridge.
Lejos de incomodarse ante la situación, P-Orridge decidió profundizar. Uno de los intereses que más pasión le provocaba era el ocultismo como forma de desprogramar a la humanidad de la estructura sociocultural establecida, en busca de estímulos y respuestas más elementales. Este camino derivó en una obsesión con el concepto de cut-up de William Burroughs y Brion Gysin, técnica literaria —que algunos consideran precursora de los mash-ups musicales— que consiste en recortar fragmentos de un texto previamente escrito para volver a pegarlos en otro orden, con el fin de obtener vocablos y sintagmas a los que no sería posible acceder a través del pensamiento lineal. Tanto en esta técnica como en las teorías de guerrilla urbana psicológica del dúo (recomiendo mucho leer La revolución electrónica de Burroughs), P-Orridge encontró medios para llegar a su tan ansiada desprogramación.
Y así fue como, sin querer queriendo, P-Orridge empezó a intercambiar cartas con Burroughs, quién le introdujo la obra de un tal Aleister Crowley, y bueno, claramente fue un camino de ida. A principios de 1981 decidió fundar Thee Temple Ov Psychick Youth, o TOPY para los amigos, que podría traducirse como “El Templo de la Juventud Psíquica”. El grupo buscaba ser una suerte de refugio para todas aquellas almas rechazadas por la sociedad conservadora que los rodeaba y reivindicaba el poder mágico que, según ellos, yacía en la liberación sexual. Como cara visible, TOPY tenía a Psychic TV, una banda de pop esotérico que giró alrededor del mundo para desprogramar a la mayor cantidad de jóvenes posible; una puerta de entrada bailable al mundo oculto que yace más allá de la razón.
Jason Louv, uno de los principales referentes de TOPY, describió a Psychic TV como: “un dispositivo de propaganda para la expansión de la conciencia autodirigida por cualquier medio necesario” y “un experimento a gran escala en el derretimiento de los supuestos personales mediante la sexualidad sin culpa y las técnicas mágicas más formalizadas”. Y yo recomiendo que, a riesgo de desprogramación, le den “Play” a los discos que andan dando vueltas de Psychic TV porque tienen unos TEMAZOS, como “Godstar” o “Just Drifting”, cuyo estilo musical recuerda por momentos a ese rock glam de T-Rex y del primer Bowie, un poco a un folk extrañado y moderno corte Neutral Milk Hotel, un poco a la electrónica ochentosa de New Order, y obvio que por momentos se pone noise, experimental y derivativo, como debe ser.
Además de la banda, siguiendo el ejemplo de sus antecesores ocultistas, TOPY empezó a imprimir y divulgar sus propios textos fundamentales para dar cuenta de sus máximas y valores. De esta forma surgió un puñado de escritos entre los que se destacan El libro de los sigilos, El libro gris, El libro verde y El libro negro. Si uno se pone a leer estos textos se encuentra con algunas contradicciones de base, por ejemplo una exaltación exagerada de la individualidad (cosa que hasta el día de hoy sigue presente en el grueso del ideario new age, hay que decirlo) combinada con un pronunciado sentido de comunidad, que era potenciado por un contexto donde la Thatcher se erguía como enemigo moral de la contracultura.
Para ir cerrando, les voy a recomendar que busquen y lean La biblia psíquica (1994), volumen que recopila todos estos textos y demás artículos de interés alrededor de TOPY, que incluyen este bello pasaje sobre el ritual de sigilización, concepto amplio dentro de la tradición mágica utilizado para denominar a una suerte de "sellos" que esta gente llevó a otro nivel, podríamos decir:
“La estructura de la sigilización ‘oficial’ de TOPY combina elementos de la magia sexual tradicional (usando el estado mental que se alcanza en y después del clímax orgásmico para cargar mentalmente un símbolo de lo deseado, de lo ideal, además de usar las secreciones residuales cargadas de elevada vitalidad: el semen y los fluidos vaginales), el enfoque de la meditación, técnicas mántricas orientales, el desarrollo que hiciera Austin Osman Spare de un ‘alfabeto del deseo’ individual, elementos del uso sacrificial de la sangre y la saliva, al igual que otras técnicas para maximizar la experiencia como tal”.
En resumidas cuentas, escribían sus máximos deseos y objetivos en un papelito, lo ungían en sus “tres líquidos primordiales”, lo dejaban secar y lo mandaban al Templo para ser preservado. Supuestamente este archivo sigue existiendo en algún lugar del mundo. Y con esa imagen los dejo.
¡Salud!
Artista invitadx
Maru Ceballos es diseñadora gráfica e ilustradora oriunda de Mendoza. Quiso ser astronauta, pero no. Alérgica a los gatos y las efemérides, arquera de flechas, directora de arte, reparte su escritorio entre la precisión tecnológica del UX/UII y los dibujos en tinta. Autora y conceptualizadora de libros y proyectos de ilustración que bucean aspectos áridos de la psiquis humana como eje y el símbolo como herramienta.
Detractora del preciosismo literal y fiel a su fascinación por el terror, el misterio y los personajes oscuros, encontró en el trazo limpio, las tramas obsesivas y los plenos negros la manera de expresar en sistemas visuales complejos e intensos la paz mental que perdió cuando se dio cuenta de que siempre quiso ser astronauta, pero no.
Muchas de sus ilustraciones retoman y reinterpretan el imaginario de la mitología y el ocultismo. Ilustró una edición de La divina comedia que devino en una muestra titulada Los círculos del Dante y desarrolló su propio mazo de tarot. Publicó Los Idiotas (2014), Muertos, de amor y de miedo (2016), Caramelo de Púas (junto a Ruben Risso – 2018), Metamorfosis de Ovidio (2019) y La Tía Jana (junto a Diego Arandojo – 2019).
Nos vemos del otro lado 🌖
Agenda
20/5 - 21hs: Luciano Rusia y los amantes (Música)
@ El Galpón de Haedo (Concordia 625, Haedo, PBA). Entrada: $80020/5 - 20hs: Ciclo Mappa - Edición Censual (Poesía con mic abierto)
@ Río Patio Cultural (Río de Janeiro 28, CABA). Entrada: A la gorra.21/5 - 11hs: Las entenadas - Invocación de danza y paisaje (Performance)
@ Estación Belgrano (Bv Galvez 1150, Santa Fe). Entrada: $1000.21/5 - 21hs: IPJR + Fmaio + iris5 (Música experimental)
@ Espacio Ceibo (La Prensa 333, Padua, PBA). Entrada: $400.21/5 - 17hs: La hija de Drácula (1936) de Lambert Hillyer (Cine)
@ CCK (Sarmiento 151, CABA). Entrada: Gratuita.21/5 - 21.30hs: Estoy esperando que pare de llover (Teatro)
@ Teatro Cajamarca (Av. España 1767, Mendoza). Entrada: $500.22/5 - 20hs: Biloba presenta El pulso de los días + Montarosa (Música)
@ Cooperativa Cultural Qi (Thames 240, CABA). Entrada: $60022/5 - 18hs: La madriguera o cómo escapar hacia adentro (Teatro)
@ Espacio Cirulaxia (Pasaje Agustín Pérez 12, Córdoba). Entrada: $800..
¡Eso es todo, amigxs!
Gracias por compartir este viaje por el cosmos de nuestra cultura.
Por las dudas, vamos con un poco de data que nunca está de más aclarar:
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Supo tocar la batería y componer junto a las bandas Efecto Amalia y Gente conversando. Actualmente forma parte de la banda de Ire Paz. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.