Por un esoterismo nacional (y popular)
o del rol del gobierno peronista en el conflicto entre la Iglesia Católica y el espiritismo
Encarnaciones y espíritus
Corría el mes de octubre de 1950 y el clima en las calles de Buenos Aires estaba particularmente conmocionado. Las tensiones entre el gobierno del General Perón y la Iglesia Católica se habían intensificado como nunca antes y se sentía que estaban a punto de llegar a su clímax, aunque todavía faltaban varios capítulos en esta historia. En este contexto, la ciudad se había visto inundada por panfletos que convocaban a una gran congregación en el Luna Park bajo el provocador mantra “¡Jesús no es Dios!”, mismo lema que luego se replicó en las marquesinas del estadio.
Detrás de este gran acto estaba la Escuela Científica Basilio, institución religiosa nacida en las entrañas mismas de Buenos Aires y que tenía (y tiene) la particularidad de hibridar la doctrina cristiana con sesiones de espiritismo; con misteriosos ritos donde fallecidas figuras históricas toman la palabra al encarnar transitoriamente el cuerpo de alguno de los miembros de la congregación. Entre sus grandes diferencias con el cristianismo tradicional, la Escuela consideraba que Cristo no era Dios, sino que sólo había sido otro espíritu encarnado, como cualquiera de nosotros; en este caso, un espíritu de gran armonía y luminosidad, que se había mantenido siempre cercano al camino de Dios. Aquel 15 de octubre, esta distancia doctrinaria fue la gota que rebalsó el vaso.
En las inmediaciones de un Luna Park ya colmado y efervescente, militantes católicos se apersonaron para demostrar su inconformismo y generar disturbios. Miembros de Acción Católica, agrupación de cristianos ortodoxos un tanto extremistas que oficiaba de grupo de choque de la Iglesia, comenzaron a confrontar directamente con los adeptos a la Escuela que llegaban al estadio e intentaron interrumpir el acto al grito de “¡Jesús es Dios!”. La violencia de este percance espiritual escaló y escaló hasta que la policía se vio obligada a intervenir. Con unos buenos católicos detenidos, sumados a la adhesión explícita al acto —vía telegrama— del General y de Eva, al otro día la Iglesia puso el grito en el cielo y acusó al gobierno de “complicidad oficial” con una “secta” que atentaba contra el catolicismo imperante, que hasta hace no tanto se había impuesto como gran fuerza hegemónica religiosa.
Sí, esto realmente pasó, pero ¿cómo fue que llegamos hasta acá? Todo comenzó en el año 1917, cuando el escribano Eugenio Basilio Portal y la médium Blanca Aubreton de Lambert fundaron la Asociación Escuela Científica Basilio. Su principal propósito era transformarse en, a sus ojos, los verdaderos continuadores de la obra de Jesús de Nazaret e impulsar la evolución espiritual del ser humano. Una de sus principales influencias coyunturales fue el espiritismo kardeciano, doctrina mística fundada por el francés Allan Kardec y enmarcada dentro del cristianismo, que sostiene la existencia de una comunicación y relación constante entre los espíritus no encarnados (sin cuerpo) y los espíritus encarnados; por supuesto, la creencia en vidas pasadas y en la reencarnación son una parte fundamental de esta doctrina.
Cuestión, cuenta la leyenda que en el año 1915, durante una sesión espiritista llevada adelante por Blanca Lambert, la médium aseguró haber recibido a través de su sentido espiritual a la última encarnación de Cristo en la Tierra; una línea directa con el gran mesías. Días más tarde, en presencia de Eugenio Basilio Portal, la mujer fue encarnada por Pedro Basilio Portal, el padre del escribano. Y agarrense que se pone lindo: parece ser que el espíritu del padre de este buen hombre aseguró que en una “condición espiritual humana anterior” había sido el mismísimo apóstol Pedro y admitía su error al haber divinizado a Cristo y al haber expandido entre los primeros cristianos la idea de que Jesús era Dios. En dicha sesión, el espíritu de Pedro Basilio Portal se comprometió a enmendar su error y a reiniciar la enseñanza de aquello que llamó la “Nueva Idea”; la verdadera y olvidada prédica de Cristo. Sí, hasta Joseph Smith logró hilvanar un relato menos inverosímil cuando le dio forma a su culto.
Así fue como Eugenio Basilio Portal decidió fundar una institución bajo la conducción espiritual de su difunto padre, que a su vez era el apóstol Pedro, para volver a enderezar el rumbo de la fe cristiana. Tal vez por el carácter de escribano de su fundador, desde sus comienzos la Escuela contó con personería jurídica y en 1925 pasó a formar parte del Registro Nacional de Culto como “asociación espiritista”. Su popularidad creció rápidamente y de forma exponencial. En 1940 contaba con unos 400 miembros y una sede central, pero diez años más tarde sus miembros habían pasado a ser más de 21.000 y contaban con más de 34 filiales a lo largo y a lo ancho del país. Ante este crecimiento, la Iglesia Católica vio amenazado su poderío y empezó a tildar de “peligrosa” a cualquier actividad ligada a la Escuela.
Ahora bien, su relación con el gobierno peronista no había sido siempre la mejor, más bien todo lo contrario. Para entender este devenir tenemos que remontarnos a principios del s. XX, tiempos donde la Iglesia Católica se encontraba buscando volver a construir una hegemonía que la larga tradición de gobiernos liberales había limitado durante años. Para dar vuelta el asunto, los obispos habían desarrollado una fuerte estructura de comunicación y habían fundado distintos medios con el fin de fortalecer la prensa católica, como el diario El Pueblo o la revista Criterio. Con sus principales figuras de influencia a la cabeza, buscaron instalar un discurso donde la unidad nacional sólo podía ser posible a través del catolicismo; la Iglesia Católica como núcleo irreductible de la identidad argentina.
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Otra guerra santa
Durante la década del ‘30, en el desesperanzador contexto de la Década Infame, fue que la Iglesia Católica creció de forma exponencial. En el AMBA pasamos de tener 2 diócesis a 17 y la Ciudad de Buenos Aires fue elevada a sede cardenalicia. La agrupación Acción Católica contaba con más militantes que nunca (unos 70.000) y la influencia de la prensa católica estaba dando sus frutos. Fue de esta forma que, desde el discurso, la Iglesia fundó el mito de Argentina como una “nación católica”, a la par que construyó una fuerte relación con el Ejército en pos de promover la construcción de un “nuevo orden cristiano”. Ah, y sí, fue durante este período que, ante un renovado poder de influencia, la Iglesia volvió a promover la persecución a cualquier forma de esoterismo por considerarlo blasfemo y alejado de los caminos del Señor.
Todo esto estaba ocurriendo en el campo de batalla espiritual al momento en que el GOU tomó el gobierno tras el Golpe del ‘43, armado desde donde empezó a hacer de las suyas un tal Coronel Perón a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión. El flamante gobierno de facto vio con buenos ojos el trabajo que la Iglesia venía llevando a cabo y le dio la posibilidad de profundizar en su “restauración católica” al designar a miembros de la congregación para hacerse cargo de la educación estatal. Y sí, así fue cómo la Iglesia logró reintroducir la enseñanza religiosa en las escuelas públicas.
Hay que decir que dentro del programa de estudios que impulsaba la Iglesia Católica, más allá de asegurar que esta institución era “la única poseedora de la verdadera doctrina cristiana y la única autorizada por Jesucristo para suministrarla a sus fieles”, incluía un fuerte énfasis en la estigmatización de cualquier creencia esotérica o mística por fuera de sus parámetros; la superstición y la brujería eran considerados pecados capitales. Mientras tanto, la prensa católica seguía raspando fuerte al espiritismo en cada oportunidad que tenía, tanto a los kardecianos como a los miembros de la Escuela. En este preciso contexto fue que el gobierno peronista, que en un principio le dio continuidad a la relación simbiótica con el catolicismo propuesta por el GOU, llegó incluso a anular la personería jurídica de la Escuela Científica Basilio.
La cosa parecía no tener remedio para la bancada espiritista, pero para fines de la década del ‘40 todo iba a pegar un gran vuelco. Por un lado, en 1949 el ahora cara-de-billete (y entonces Ministro de Salud) Ramón Carrillo fundó el Gabinete de Parapsicología con el fin de estudiar fenómenos psíquicos y paranormales; a cargo estuvo el neurólogo Orlando Canavesio y también fue convocado un prestigioso psíquico inglés de nombre Eric C. Luck. Por el otro, el gobierno del General parecía más interesado en consolidar un “cristianismo peronista” que en seguir dándole cabida al catolicismo tradicional y la propia Iglesia empezó a ver una amenaza en la figura de Eva, que a sus ojos se estaba metiendo en su jurisdicción tanto por su acción social con la Fundación Eva Perón como por la bajada ética y moral que pregonaba en La razón de mi vida (1951).
Como muchas veces sucede, acá se dio un caso de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” y así fue como el gobierno peronista empezó a acercar posiciones con el espiritismo. En 1950 se levantó la suspensión de la personería jurídica de la Escuela y se reabrieron las sedes que el accionar policial se había encargado de cerrar. Tras la mencionada adhesión del General al acto llevado adelante en el Luna Park, empezó a circular con fuerza el rumor de que Perón efectivamente asistía a encuentros espiritistas.
Con el correr de los años, la grieta entre ambas instituciones sólo se profundizó. El gobierno continuó apoyando a la Escuela y confrontando abiertamente con la Iglesia Católica. Se suspendió la enseñanza del programa católico en las escuelas públicas mientras la prensa de la Iglesia pedía por un mayor control y regulación del campo esotérico nacional. Como para que no quedaran dudas de quién mandaba ahora, en 1954 la Escuela Científica Basilio volvió a organizar un acto multitudinario en el Luna Park, confirmando su auge y su cercanía con el gobierno de turno.
Después nada, bueno, lo que ya sabemos: la Iglesia Católica volvió a hacer gala de sus fuertes lazos con el Ejército para propiciar lo que terminó en el golpe de estado de 1955. A pesar de todo, la historia de la relación del General con el espiritismo y las ciencias ocultas no termina acá. Por lo pronto no está de más decir que María Estela “Isabel” Martínez de Perón, su tercera esposa, fue criada por adeptos a la doctrina de la Escuela; una escena de esta infancia un tanto particular fue retratada de forma magistral por Tomás Eloy Martínez en las primeras páginas de La novela de Perón (1985). Y bueno, después tenemos todo lo que sería el frente José “el Brujo” López Rega y su esoterismo tercermundista, el origen místico de la nomenclatura “Triple A” —no, esto no es joda—, la Logia ANAEL, los masónicos P2 y un intrincado y sangriento etcétera que abordaremos en profundidad en alguna otra oportunidad.
Lo que no quiero dejar pasar, ya que estamos, son un par de datos de color al respecto del devenir espiritista en nuestro país:
- Antes que nada, la Escuela Científica Basilio sigue funcionando abiertamente y cuenta con varias sedes aún operativas. Y este es el dato que me puede: cada escuela tiene su propio “guía espiritual”; el espíritu de una personalidad reconocida por su obra benefactora para con la humanidad. Por ejemplo, actualmente en la escuela de San Martín pueden encontrar al espíritu de Marie Curie, en la de Bernal a Manuel Belgrano, en la de San Fernando a Cristóbal Colón (!), en la de Ituzaingó a ningún otro que Ludwig van Beethoven, y así sucesivamente. Ah, sí, y hoy en día también cuentan con un excéntrico canal de YouTube.
- Por otro lado, el espiritismo kardeciano —en el que también habrá que profundizar más adelante— también sigue existiendo y con fuerza. La mayoría de sus agrupaciones hoy forman parte de la Confederación Espiritista Argentina, organización que, entre otras cosas, ofrece cursos de evangelización espiritista y talleres de espiritismo para niños.
Luego de este largo devenir, sólo me queda decir que mucha de esta rica data fue tomada de un paper perdido que encontré en lo profundo de la web a cargo del investigador Juan Pablo Bubello, también autor de un libro cuya existencia desconocía que lleva el nombre de Historia del esoterismo en la Argentina (2010); sí, obvio que ya encargué un ejemplar, después les cuento.
Hasta la próxima ✨
Agenda
2/6 - 22.15hs: Habitación Macbeth (Teatro)
@ Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543, CABA). Entrada: $3000.2/6 - 18hs: Errante – La conquista del hogar (2023) de Adriana Lestido (Cine)
@ Sala Leopoldo Lugones (Av. Corrientes 1530, CABA). Entrada: $900.3/6 - 20.30hs: Tiempo de mayo, de oficios y poetas (Literatura y música)
@ Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas (Av. Vélez Sarsfield 299, Córdoba). Entrada: $1800.3/6 - 20.30hs: Historias sociópatas (Teatro)
@ Teatro La Morada (San Martín 771, Rosario, Santa Fe). Entrada: $2000.4/6 - 19hs: Mujer Cebra en Salta (Música)
@ Fábrica de Música (Balcarce 875, Salta). Entrada: $1500.
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Forma parte de Criolla Editorial. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.