Construcción de una verdad
Todavía me acuerdo de la confusión absoluta que sentí al ver por televisión cómo una multitud exacerbada tomaba literalmente por las armas el Capitolio de los Estados Unidos. No, el capitalismo no había provocado su propio colapso ni nada por el estilo. Lo que había pasado era bien distinto. En su momento no le di importancia a un factor fundamental: la mayoría de los manifestantes vestía remeras o esgrimía banderas y letreros que exhibían orgullosamente una letra “Q” mayúscula.
Para entender cómo fue que se gestó (a fuego lento) todo este trajín hay que empezar por 4chan, un tablero de foros que, por un lado, es la cuna de muchos de los memes que hoy en día utilizamos y, por el otro, es un espacio que suele nuclear a incels (léase misóginos seriales), referentes de la alt right, antisemitas de diversa estirpe y un amplio y confuso etcétera casi siempre ligado a promover expresiones de odio. Ah, sí, la joda es que sus usuarios se jactaban de ser adalides de la libertad de expresión mientras posteaban memes nazis desde un usuario anónimo, ya que todo dentro del sitio ocurre desde el anonimato (eventualmente el contenido pasó a estar regulado, cosa que en un principio no ocurría).
La cosa es que durante el 2017 apareció un foro con posteos enigmáticos, firmados sólo con una letra “Q”, que advertían sobre una conspiración del “estado profundo” que incluía a una red satanista de pedofilia (!) organizada por el establishment demócrata, aparentemente liderada por figuras de primera línea como Hillary Clinton y Barack Obama. El foro llevaba por nombre “Calm before the storm” (“La calma antes de la tormenta”), frase popularizada por Donald Trump, a quién el usuario conocido como Q le adjudicaba el rol de hacerle frente a esta situación.
El disparador tal vez les suene porque llegó a dar vueltas por estas latitudes en su momento. Se trató de otra conspiración, conocida como Pizzagate, que aseguraba que esta red de pedofilia tenía una sede física en el sótano de una pizzería de Washington D.C. frecuentada por referentes demócratas y que Hillary y Obama básicamente se mandaban mutuamente menores de edad en aviones privados cuál Rappi, valiéndose de terminología pizzera como código secreto. Casualmente, esto ocurrió durante la previa a las elecciones de medio término de 2016. ¿Cómo terminó? Comet Ping Pong, la pizzería en cuestión, sufrió dos tiroteos en su interior y resulta que ni siquiera tenía un sótano.
Y como les decía, este fue el puntapié inicial para las teorías de Q y Pizzagate se transformó en un elemento más dentro del vasto e inviable campo teórico que ostentan sus seguidores. En busca de popularidad, el foro se mudó primero a Reddit, donde tanto no prendió porque los posteos no eran anónimos, para luego terminar en 8chan, un flamante sitio —surgido tras la regulación de 4chan— con un horizonte aún más marginal que sus predecesores ya que, de nuevo en nombre de la libertad de expresión, no existía ningún tipo de límite al postear, salvo (al menos) la legalidad.
La base de seguidores comenzó a crecer exponencialmente hasta propiciar un nuevo fenómeno laboral: los QTubers, personas que dedicaban sus canales de YouTube a interpretar e intentar darle sentido a cada uno de los crípticos posteos de Q. De esta forma se generó una gran comunidad a lo largo y ancho de los Estados Unidos. La “Qmmunity”, como empezó a autodenominarse, se volvió un lugar de pertenencia que reafirmaba cada uno de los prejuicios sociales de sus integrantes y la excusa perfecta para difamar a los candidatos demócratas (sin ningún sustento real) con una nueva elección a la vuelta de la esquina.
Como para volver más espeso el asunto, a mediados de 2019 tuvo lugar el arresto de Jeffrey Epstein, empresario y financista estrechamente conectado con las más altas esferas del poder yanqui, tanto con los Clinton y otras figuras ligadas al Partido Demócrata como con el mismísimo Donald Trump. ¿De qué se lo acusaba? Haber construido y regenteado junto a su esposa una red de trata de élite, que incluía menores de edad, en su isla privada.
Obviamente, los seguidores de Q eligieron ignorar las pasadas relaciones de Epstein con su profeta Donald y tomaron el hecho como confirmación absoluta no sólo de esta porción de la teoría sino de todas las ramificaciones posibles de la conspiración. Para peor, dos meses después Epstein apareció muerto en su celda y justo justito la cámara que lo registraba las 24hs dejó de funcionar durante los minutos en que transcurrió el aparente suicidio.
Si les interesa conocer más sobre este caso, recomiendo que busquen por ahí la miniserie Jeffrey Epstein: Filthy Rich (2020). Y de más está decir que lo de Epstein de ninguna manera confirma el delirio de Pizzagate y que la conspiración terminó por banalizar un hecho verídico aberrante, pero andá a decírselo a esta gente.
¿Y a qué no adivinan qué catastrófico acontecimiento histórico global vino a coincidir con el auge de este movimiento conspiranoico?
Esta edición de Picnic sideral fue escrita a riesgo de persecución desde una dirección de IP encriptada por un VPN de origen ruso con el objetivo de traerles la verdad y nada más que la verdad (ah re que firmaba con su nombre). Este es el nivel de compromiso que tenemos con nuestros lectores y si querés que siga siendo así te invitamos a girarnos unos morlacos en somosmate.ar para que podamos continuar desenmascarando los arcanos que se ocultan en la profundidad de la web 🪐
Hablame de sesgos de confirmación
Y de repente llegó el COVID a nuestras vidas y no había organización mejor preparada para empezar a disparar conspiraciones a diestra y siniestra que la gran Qmunidad. Los canales de los QTubers se empezaron a llenar de informes que aseguraban que esta “plandemia” —sí, aunque usted no lo crea el término acá lo importamos— era una estrategia más del “estado profundo” para controlar las mentes del pueblo a través de antenas 5G, vacunas fabricadas con los fetos abortados de Planned Parenthood y todo ese tipo de zaraza que uno puede desmentir con sólo agarrar un mapa o un manual de medicina de primer año.
A esta altura, la mayoría de los adeptos del movimiento asumían que Q era una figura directamente conectada con el círculo cercano a Donald Trump, noción que era reforzada por fotos y frases que coincidían con exactitud con la agenda del entonces presidente. Y resulta que, eventualmente, Trump dio muestras de conocer fehacientemente las andanzas del movimiento al dar un discurso donde replicaba la teoría de que el virus había sido creado en un laboratorio de Wuhan, que Q había posteado en su foro horas antes. Faltaban pocos meses para las elecciones, el boca de urna daba a Trump como perdedor y el contexto lo obligaba a apelar al más duro y estrafalario de sus núcleos.
Una de las conjeturas más extremas de la conspiración había sido confirmada: Trump era parte del movimiento, aunque evitaba establecer cualquier relación directa en sus intervenciones públicas. Sin embargo, a partir de ese momento, cada vez que declaraba o twitteaba hacía alusión a las frases y conceptos esbozados en los posteos de Q. Por ejemplo, el llamado masivo a dejar de utilizar mascarillas porque “no tenían validez científica” fue primero un posteo en 8chan, después un tweet presidencial y luego una acción de protesta en las calles.
Ahora bien, ustedes se preguntarán, ¿qué tan real era la relación entre el séquito de Trump y esta conspiración virtual? Ahí entra la figura de Roger Stone, consultor político del Partido Republicano y especialista en tácticas de guerra psicológica, que había llevado a cabo una investigación sobre cómo aplicar el concepto de ARG a la actividad política nacional. Un ARG es un “alternative reality game”, o “juego de realidad alternativa”, una especie de acertijo/búsqueda del tesoro generado virtualmente y con resoluciones o incidencia en el mundo real.
Al parecer, Stone se topó con Q poco después de su aparición en 4chan, ya que él y los suyos se la pasaban monitoreando cuanto foro y comunidad virtual existiera en busca de pulir sus estrategias de control social blando, y no tuvo mejor idea que proponerle una alianza a este usuario, o al menos eso asumimos. Cuestión, con su ejército de soldados digitales ya fidelizado, Trump pierde las elecciones pero no se da por vencido. En un manotazo de ahogado, convoca a un último acto que desemboca en la toma del Capitolio, hecho que tuvo a los seguidores de Q como principales actores y que nunca hubiera ocurrido de no haber existido originalmente cierto foro en 4chan. Ah, y pequeño detalle, en estas elecciones se presentaron 38 candidatos al Congreso que se definían como partidarios de QAnon, y 2 de ellos efectivamente entraron.
Como la conspiranoia es contagiosa, el movimiento no sólo se esparció dentro de los Estados Unidos sino a través del mundo. Sumó una gran cantidad de adhesiones en países como Reino Unido, Francia y Alemania, donde incluso hubo manifestaciones en favor de Q, y los adeptos japoneses hasta acuñaron el término JAnon para identificarse.
Y bueno, como siempre, vale aclarar que esto fue una mera simplificación de un caso complejísimo con muchas más aristas que las mencionadas, y si quieren profundizar en este asunto recomiendo mucho muchísimo que vayan a ver Q: Into the Storm (2021), miniserie de 8 capítulos, producida por HBO, basada en una investigación de más de tres años que intenta dar con la identidad de Q.
Y por si te quedaste manija
Como encontrar algún artista invitado acorde a la temática resultaba un tanto complejo, les voy a tirar un par de recomendaciones de yapa por si todavía quieren meterse más en estos mambos, por ejemplo:
- Behind the Curve (2018), un documental sobre el terraplanismo para descubrir el trasfondo de otra conspiración, pero esta vez de una donde es difícil comprender cuáles serían sus intereses ulteriores o si siquiera los tiene, y que aún así termina abonando al gran mar de teorías que por alguna razón suele desembocar en el Protocolo de Sion y antisemitismos varios, con la figura de George Soros como gran chivo expiatorio.
- The Hunt (2020), una comedia oscura e hilarante que refiere (in)directamente al fenómeno de QAnon y, además de criticar los delirios de Trump y sus seguidores, critica la falta de sensibilidad popular y el esnobismo del progresismo demócrata que provoca que el pueblo yanqui termine por encontrar representación en las estrategias populistas de derecha del asesor presidencial Steve Bannon al sentir tan lejanos socioculturalmente a sus referentes.
- Y para cerrar vamos con una joyita local: Conspiraciones, guía de delirios posmodernos (2017) de Pablo Capanna, libro que plantea un recorrido histórico por las grandes tendencias conspiranoicas de la humanidad, sus justificaciones sociopolíticas y su grado de veracidad casi siempre nulo. Si no saben quién es Capanna, basta con decir que fue el autor del primer libro en abordar teórica e históricamente la ciencia ficción como género en lengua hispana —El sentido de la ciencia ficción (1966)—. Os invito a descubrir su obra, que desperdicio no tiene.
Y bueno, si después de escribir esto me pasa algo ya saben lo que ocurrió.
Hasta la próxima, espero 👁
Agenda
10/6 - 15, 18 y 21hs: Fausto (1926) de F. W. Murnau (Cine)
@ Sala Leopoldo Lugones (Av. Corrientes 1530, CABA). Entrada: $350.10/6 - 20hs: Pedropalooza (Festival de bandas amigas)
@ El Perla (Córdoba 5900, Villa Nueva, La Pampa). Entrada: $1200.10/6 - 21hs: Juan Falú en vivo (Música)
@ El Galpón de Haedo (Concordia 625, Haedo, PBA). Entrada: $1200.10/6 - 20hs: Edgardo Lanfré - Concierto de otoño (Música)
@ Asociación Camping Musical Bariloche (Vivaldi 1000, San Carlos de Bariloche). Entrada: $800.11/6 - 16hs: Alicia Confusión (Teatro)
@ Ítaca Complejo Teatral (Humahuaca 4027, CABA). Entrada: $1200.11/6 - 22hs: Kernel + Romano (Música)
@ Gral. Paz 698, Mendoza. Entrada: $30011/6 - 21hs: Así de simple de Sofía González Gil e Ignacio Bresso (Teatro)
@ Espacio Teatral Títeres en Serio (Juan B. Justo Sur 335, Rivadavia, San Juan). Entrada: $600.
¡Eso es todo, amigxs!
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Por las dudas, vamos con un poco de data que nunca está de más aclarar:
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Supo tocar la batería y componer junto a las bandas Efecto Amalia y Gente conversando. Actualmente forma parte de la banda de Ire Paz. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.
Excelente!
Que laburazo! Siempre leo desde el mail y ahora caí que puedo venir acá y tirar flores.
Algo que decís y donde pondría énfasis para detectar una conspiración falopa, es que siempre SIEMPRE tienen de chivo expiatorio a los judíos o la Izquierda.