De lo espiritual en lo electoral #2: Crónicas de los hombres grises
o de las profecías de Benjamín Solari Parravicini aplicadas a las Elecciones 2023 y alguito sobre aliens, obvio
Un ángel para su soledad
Corría el año 1932. La Década Infame se encontraba apenas en sus inicios, bajo el mando del general Agustín Pedro Justo, y el tango se encargaba de plasmar e inmortalizar el desencanto de una época en canción. Un poco desentendido de la realidad inmediata que lo rodeaba, como era usual, estaba Benjamín Solari Parravicini, artista plástico nacido en el seno de la aristocracia bonaerense.
De andar un poco torpe y con un physique du rôle que, según quienes lo conocieron, recordaba un poco al Tío Cosa, Parravicini había logrado cierto renombre dentro de los excluyentes círculos de legitimación de las artes plásticas. Había sido invitado a exponer en distintos países europeos y hasta había recibido palabras elogiosas de boca de Marcelo T. de Alvear mientras aún era Presidente de la Nación. Era un tipo que mantenía una vida social activa y se codeaba a gusto con la bohemia artística de la época, pero nada lo había preparado para lo que pasó esa noche de 1932.
Como casi todas las noches, había cenado con amigos y se había ido a acostar alrededor de la medianoche. De repente se levantó sobresaltado. Estaba empapado en sudor y su corazón latía a toda velocidad, agitado como si hubiera salido a correr. Sin pensarlo, se levantó y se sentó frente a su mesa de trabajo. Agarró lápiz y papel y sus manos empezaron a moverse solas. Una tras otra, víctima de un trance profundo, escribió frases que alguien le “dictaba”. Al volver en sí, leyó el contenido de los papeles. Impulsado por un terror primigenio, destruyó cada hoja, se arrodilló en el suelo y se puso a rezar. “Fui poseído por un demonio”, fue su primera conclusión.
Aquella fue la noche en que Parravicini se convirtió en profeta; en que el destino (y los vaivenes de su psiquis) lo llevaron a dar con la forma y con la narrativa por las que sería recordado hasta el día de hoy. A decir verdad, si vamos un poco para atrás y revisamos su infancia, este hecho extraordinario se vuelve un tanto menos inesperado.
Cuando era apenas un purrete, sus padres solían encontrar al pequeño Benjamín hablando solo en cualquier rincón de La Casona, esa imponente mansión de Vicente López donde fue criado. Al preguntarle qué estaba haciendo, respondía que charlaba con su amigo, “el hombre con alas”. En un primer momento su familia dio por sentado que se trataba de un amigo imaginario, pero los años pasaron y las charlas del pequeño con este ser alado invisible se habían transformado en algo cotidiano.
Como si fuera poco, el pequeño Benjamín decía ver a otros seres inmateriales que habitaban La Casona y sus alrededores. Según relataba, un duende benévolo vivía detrás de uno de los armarios y sólo salía para buscar comida. En los jardines podía ver un gran número de hadas que revoloteaban de acá para allá; brillaban aún en la noche más oscura. A todo esto, su padre psiquiatra se había preocupado al ver que las visiones persistían y decidió someterlo a una serie de pruebas, cuyo diagnóstico fue inconcluso.
Con el tiempo medio que su familia se acostumbró a convivir con las percepciones extrasensoriales del pequeño Benjamín y para lidiar con su creatividad desbordante decidieron impulsarlo a canalizar todo eso que llevaba dentro a través de las artes, con especial foco en la música y la pintura. Tal vez por eso no es de extrañar que, aquella noche mística de 1932, lo profético se haya materializado de forma poética y pictórica sobre el papel.
Días después de este hecho, Parravicini volvió a atravesar la misma sensación. Se sentó frente a la mesa de trabajo y, sintiendo que sus manos no eran suyas, garabateó frases que le eran dictadas desde el más allá. Esta vez, decidió (o se sintió impulsado a) acompañar la frase junto a un enigmático dibujo a mano alzada y este se transformó en el formato definitivo de sus psicografías. Al volver en sí y contemplar lo que había hecho, lejos del terror de la primera vez, decidió guardar su flamante obra en un gran arcón, que con el tiempo se transformaría en un tesoro para sus creyentes.
Parravicini había llegado a la conclusión de que no se trataba de una posesión diabólica, sino que el ente encargado de dictarle palabra por palabra, cada profecía no era otro que “el hombre con alas”, aquel fiel amigo invisible de la infancia, al que pasó a referirse como “el ángel” y al que por último le asignó un nombre completo: Fray José de Aragón.
Así fue como, con el correr de los años, Benjamín Solari Parravicini llenó su arcón con cientos de psicografías que incluían profecías bastante atinadas sobre los años por venir. Por nombrar sólo algunas: en 1938 aseguró que “Llegará el átomo y reinará”, años antes del descubrimiento de las posibles aplicaciones de la fisión nuclear; en 1941, con la Segunda Guerra Mundial todavía en curso, Parravicini abordó el devenir de la Guerra Fría y la Carrera Espacial al decir que iba a tener lugar un “Duelo de poderes entre yanquis y rusos; duelo de conquista espacial y terreno. Aunque no parezca, América llevará el cetro”. Tal vez la más trascendida sea esa que hoy se interpreta como una clara anticipación, en 1939, al atentado a las Torrres Gemelas: “La libertad de Norte América perderá su luz. Su antorcha no iluminará como ayer y el monumento será atacado dos veces”.
Ah, ahora que está en boga, tampoco está de más mencionar que Parravicini decía haber sido abducido por una nave extraterrestre en plena avenida 9 de Julio, esquina Corrientes, y también le había dedicado alguna que otra profecía a estos seres: “Ante las constantes visitas de navieros extraterrestres la ciencia negará, luego dudará y por fin dirá ¡verdad es! Y nuestra sapiencia ha quedado atrás. ¡Siglos nos vigilan y contemplan!”.
La relación de Parravicini con lo extraterrestre no queda ahí, sino que con el tiempo fue profundizando su obsesión y en el camino hizo buenas migas con algunas de las figuras más destacadas del campo ufológico nacional, como Fabio Zerpa y, a ver si lo recuerdan, un tal Pedro Romaniuk, ese que fundó FICI y que también supo ser amigote de Guillermo Romeu, aquel muchacho que fundó su propia secta evangélico-platillista y que no terminó muy bien que digamos. Bueno, la cosa es que ambos ufólogos le dedicaron extensos libros y ensayos a la obra de Parravicini, e incluso Romaniuk se transformó en albaceas del famoso arcón de profecías cuando su amigo el profeta pasó a mejor vida.
Ahora bien, todo este devenir no me fue más que una entretenida y fascinante excusa para llegar a una de sus profecías más trascendidas. Ya en los últimos años de su vida, a comienzos de los ‘70, Benjamín Solari Parravicini anunció la llegada del “hombre gris”.
Por fortuna todavía no nos vimos obligados a dar ese salto de fe que nos lleve a empezar a creer que Jorge Rial es el líder de una entidad intergaláctica que capura almas a través de los rayos catódicos de los televisores de antaño para utilizar su energía como medio para volver a casa, del otro lado de la Vía Lactea, o algo por el estilo.
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Un voto de fe
Cada cuatro años, cuando una nueva elección se encuentra a la vuelta de la esquina, empieza a circular nuevamente la profecía del hombre gris, una figura que apareció por única vez en las profecías editadas de Parravicini, pero que ha sido interpretada y reinterpretada hasta el hartazgo; consiste en tan solo una oración que dice: “La Argentina tendrá su Revolución Francesa, en triunfo, puede ver sangre en las calles si no ve el instante del hombre gris”.
Según se dice por ahí, y en base a otras psicografías del profeta, esta figura vendría a ser un líder político cuyo propósito sería encauzar los destinos de la patria para llevar a nuestro país hacia la prosperidad y que, de no aparecer, la sangre habría de correr por las calles; una especie de redentor de traje y corbata, cuyos milagros se expresarían a través de los mágicos dispositivos de la burocracia estatal.
Las mencionadas (y un poco sobregiradas) interpretaciones de esta breve oración han asumido que lo “gris” de este hombre refiere a tanto su ideología política como a su postura religiosa; a una persona que no es de izquierda ni de derecha, que no propone grietas políticas ni espirituales, sino que aspira a unir el sentir de los argentinos para sacar al país adelante, con la clase media (esto sí lo dijo explícitamente Parravicini) como agente de cambio.
Entonces, frente a estas Elecciones 2023, ¿quiénes podrían encarnar potencialmente a la figura del hombre gris? Está claro que la disputa por la representación del “centro”, que aunque los últimos se haya corrido un tanto a la derecha sigue siendo el centro por contraposición, recae sobre dos figuras que forman parte de las grandes coaliciones antagónicas. Como para que la cosa sea más gris aún, y aunque ahora intenten despegarse, a pesar de su antagonismo a estos hombres los une una íntima amistad de años.
Por un lado está Horacio Rodríguez Larreta, cuya tendencia hacia el centro no está necesariamente marcada por los miembros de su armado, entre los que se encuentran figuras como Gerardo Morales y José Luis Espert, sino sobre todo por contraste con su competidora en la interna, Patricia Bullrich. Fue justamente esta tensión hacia la derecha, propiciada tanto por la Pato como por Javier Milei, lo que llevó a Larreta a rodearse de ciertas compañías, para estar a tono, en un intento de no perder el voto duro dentro de Juntos por el Cambio, si bien es cierto que su construcción discursiva y estética fue siempre espiritualmente centrista, y trabajada a mucha conciencia.
Con respecto a sus percepciones (y ambiciones) religiosas, a pesar de autoproclamarse católico y de alguna vez haber “consagrado su gestión al Sagrado Corazón de Jesús” —formulación católica si las hay—, durante los últimos años Larreta se vio inclinado a acercar posiciones con las iglesias evangélicas, al igual que lo había hecho en algún momento su otrora jefe político Mauricio Macri. Una estrategia un poco inspirada en la estrecha relación entre Jair Bolsonaro y la Iglesia Universal, que tuvo un impacto palpable en el devenir electoral brasileño. Ah, ¿y se acuerdan de que Macri también intentó convocar al voto esotérico new age al traer y pagarle millones al sectario Sri Sri Ravi Shankar? Las vueltas de la vida.
Bueno, en pos de convocar al voto evangélico, Horacio Rodríguez Larreta realizó algunos movimientos evidentes. Por ejemplo, la incorporación de Cynthia Hotton a su actual gestión, un cuadro que más allá de su cercanía con Juan José Gómez Centurión es una fiel (y una figura de influencia) de la iglesia pentecostal Rey de Reyes, una de las congregaciones evangélicas más importantes y convocantes de nuestro país. En este mismo sentido, Larreta decidió incoporar a Gabriel Mraida como viceministro de Desarrollo Social; Gabriel es hijo de Carlos Mraida, uno de los principales pastores de nuestro país, perteneciente a la Iglesia Evangélica Bautista, ya no de fe pentecostal pero sí puramente evangélica.
Como para que no quede duda alguna, hace un par de meses nomás Larreta y Hotton presentaron juntos una “agenda para transformar la Argentina” frente a una convocatoria de mil pastores y pastoras de corte evangélico, donde prometieron “seguir propagando la fe y los valores de la familia en cada rincón de la Ciudad y el país”. Por si las moscas, para no dejar frente sin cubrir, un tiempito después Larreta también se juntó con otros 50 líderes de fe, esta vez con una convocatoria más amplia que incluyó miembros de comunidades musulmanas, judías, hinduístas y un variado etcétera.
Por otro lado está el candidato del oficialismo, Sergio Tomás Massa, cuyas posturas históricas dentro del peronismo lo hubieran colocado a la derecha del espectro, pero con un paradigma electoral tan corrido y descuajeringado, hoy le toca ocupar el centro. Algo que resulta particularmente interesante es que uno de los grandes factores que lo distancia de Juan Grabois, su rival dentro de la invisibilizada interna, no es sólo ideológico sino espiritual, y recae en los lazos que cada uno construyó (o destruyó) con el Papa Francisco.
Se dice por ahí que la relación conflictiva de Sergio Massa comenzó allá lejos y hace tiempo, cuando el actual Ministro de Economía oficiaba de Jefe de Gabinete del presidente Néstor Kirchner y Francisco aún era conocido como el arzobispo Jorge Bergoglio. Parece ser que Bergoglio le hizo la cruz —nunca mejor dicho— luego de que Massa operara para desplazarlo del arzobispado porteño como parte de una movida impulsada por los sectores más conservadores de la Iglesia Católica local. A pesar de que Massa negara su participación, Bergoglio nunca le creyó y la tensión sigue viva hasta hoy.
Tal es así que, al asumir como ministro, Massa intentó acercar posiciones y dejar todo este trajín en el pasado con la intención impulsar que el Papa siga siendo una figura activa en las negociaciones con el FMI. ¿Cuál es la relevancia del Sumo Pontífice en una cuestión como esta? Basta con decir que tanto la gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, como el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, son devotos de la fe católica y encuentran en Francisco un potente liderazgo espiritual. Para los estadounidenses, de amplia tradición protestante, contar un presidente católico resulta una rareza particular, y esto el ex-ministro Martín Guzmán lo sabía muy bien.
De hecho, en detrimento de Massa, a principio de año el Papa Francisco convocó a participar de un seminario en el Vaticano tanto a Martín Guzmán como a Gustavo Béliz, ambas figuras declaradamente enemistadas con el actual Ministro de Economía y críticos de su gestión. Según se rumorea por ahí, Sergio Tomás viene intentando concretar su tan anhelada reunión con el Sumo Pontífice, pero desde el Vaticano la respuesta es clara: primero debe admitir su participación en aquella conspiración contra Bergoglio y pedir disculpas, después se puede hablar.
En un manotazo de ahogado para acercarse al voto católico, Massa intentó mostrarse cercano a Jorge García Cuerva, el flamante arzobispo de Buenos Aires, a quien conocía de sus épocas como Intendente de Tigre. García Cuerva no sólo desmintió que existiera algún tipo de amistad entre ambos, sino que rescató su relación con dirigentes de Juntos por el Cambio, como María Eugenia Vidal y Carolina Stanley, que, según dice, lo “han sabido cuidar más”. Por si faltaba algo, las asociaciones evangélicas que años atrás habían expresado el apoyo a su candidatura, hoy se llaman al silencio.
Según el propio sector, en estas elecciones el voto católico no encuentra representación. En una especie de delcañismo espiritual, desde el catolicismo parecen considerar que votar al “mal menor” es inadmisible y consideran inútil el voto testimonial por candidatos afines que carecen de estructura. “Una gran apostasía electoral católica” es lo que propone un sector, con el objetivo de que este voto bronca —que andá a saber cómo medirlo— sea finalmente escuchado.
Entonces, pues, ante este panorama convulso y confuso, ¿quién vendría a ser el hombre gris? ¿Se hará realidad por fin la gran profecía de Benjamín Solari Parravicini o volveremos a hablar de lo mismo dentro de cuatro años?
Tiempo al tiempo, será 🕰️
Agenda
4/8 - 21hs: Playa Nudista + La Real Academia + Saturno y la Melancolía (Música)
@ Tío Bizarro (Carlos Pellegrini 878, Burzaco, PBA). Entrada: $1000.4/8 - 21hs: El candidato (Teatro)
@ Teatro María Castaña (Tucumán 260, Córdoba). Entrada: $2000.4/8 - 21hs: Manu Piró + Fiesta La Japón (Música)
@ Galpón de la Música (Estevez Boero 980, Rosario). Entrada: $2200.5/8 - 23.59hs: La 440 (Fiesta Cuartetera)
@ 1927 Multiespacio (Av. Casey 435, Venado Tuerto, Santa Fe). Entrada: $1500.8/8 - 22hs: Talk to me (2022) de Danny y Michael Philippou (Cine)
@ Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA). Entrada: $400.
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Forma parte de Criolla Editorial. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.