Helter Skelter: la canción que fue presagio (o tal vez no)
El caso Charles Manson, teorías y contradicciones
“Los Beach Boys me ofrecieron el mundo y se quedaron con mi arte”
- Charles Manson
El otro sueño americano
Hoy vengo a contarles una historia sórdida y extraña que me parece un tanto fascinante. Un poco porque nuclea de forma muy particular muchos de los temas que abordamos en diversas ediciones de esta noble publicación, otro poco porque el caso se volvió una referencia ineludible para nuestra cultura pop, razón por la cual suele tratarse de forma más superficial de lo que debería y algunos mitos se confunden por verdad.
Paradójicamente, el caldo de cultivo fue la efervescencia del movimiento hippie en la década del ‘60. El sueño americano se había distorsionado y los jóvenes buscaban respuestas fuera de los márgenes. Timothy Leary se la pasaba haciendo experimentos con LSD junto a sus alumnos en el campus de Berkeley. Ken Kesey viajaba de punta a punta del país en su Magic Bus, rodeado de un séquito de jóvenes amorlibrenses con Neal Cassady (referente de la generación beat y musa de Jack Kerouac para su On the Road) como chofer de turno. Bandas como Jefferson Airplane y Grateful Dead representaban a través de su música el espíritu psicodélico de la época. Y, como si fuera poco, la lejana guerra de Vietnam se esgrimía como causa común que le daba fuerza y sentido a la irreverencia de la juventud.
Un detalle no menor: dentro de su variable campo teórico el hippismo había adoptado una gran carga del esoterismo new age pero también del ocultismo más tradicional. Esta tendencia a cierta obsesión con lo oculto no fue exclusiva del movimiento hippie, sino que también se extendió a lo largo y ancho del espectro progresista norteamericano. Como ejemplo paradigmático tenemos la fundación de la Iglesia de Satán en 1966, de la mano del siempre controversial Anton LaVey, a quien ya hemos nombrado al pasar alguna vez.
Justamente lo maravilloso es que esta flamante iglesia satánica desde un principio se declaró en contra de la realización de sacrificios humanos o animales y de cualquier tipo de profanación similar, y estableció que su carácter era fundamentalmente ateo y simbólico. O sea, sí, en los ‘60 (y en la actualidad, porque esto sigue existiendo) la Iglesia de Satán se declaraba pro-choice (o sea, pañuelo verde) y a favor de los derechos LGBT, en directa oposición a los intereses de la Iglesia Católica, y la mayoría de sus feligreses eran progresistas convencionales en busca de nuevas emociones.
Con todo este contexto a cuestas llegamos al final de la década, donde el sueño de los jóvenes fue enterrado de la forma más dramática y sanguinaria posible. La pesadilla del americano conservador finalmente se había vuelto realidad: los hippies eran efectivamente una amenaza.
La prisión está en la mente
En el mes de abril de 1971 la conmoción fue total al momento del arresto de Charles Manson, acusado de siete cargos de asesinato en primer grado. Todo lo que sucedió a su alrededor fue un deleite para los medios. Al caer preso, Manson decidió raparse y se grabó una “X” en la frente, que más tarde convertiría en una esvástica. Fuera de la prisión donde estaba siendo retenido, los suyos lo imitaron. Su “Familia”, nombre con el que eran conocidos los seguidores con que convivía, se paseaba por ahí con la cabeza rapada, vistiendo túnicas y profesando cánticos. Y, claro, cada intervención era capturada por periodistas que no podían perderse un segundo de este circo.
Al buscar una respuesta ante las atrocidades cometidas por Manson y su Familia, una teoría empezó a popularizarse (y todavía sigue siendo popular) bajo el nombre de Helter Skelter. ¿En qué consistía? Supuestamente, la Familia solía juntarse a escuchar el White Album de los Beatles re de ácido y, en una de esas, mientras escuchaban ese TEMAZO que le da nombre a la teoría —y que muchos consideran la primera canción metalera de la historia— dedujeron que la letra ocultaba una incitación a desatar una guerra racial donde las Panteras Negras iban a liderar un levantamiento armado contra el establishment blanco.
¿Cómo entraba la Familia Manson en todo esto? Al interpretar este mensaje oculto, habían optado por acelerar el advenimiento de esta guerra racial al cometer asesinatos de figuras blancas de poder e implicar a las Panteras Negras a través de pistas falsas, para así promover el caos y propiciar un prematuro apocalipsis. Aparentemente, mientras el mundo ardiese, el plan de la Familia era ocultarse en el desierto y volver a la ciudad cuando todo hubiera terminado, para que el bueno de Charlie se transformara así en el líder indiscutido de la revolución afrodescendiente (!).
¿Suena un poco tirado de los pelos, más aún considerando que el tipo se terminó tatuando una esvástica en la frente? Como dijo Karina Olga, lo dejo a su criterio. La cosa es que el gran público compró al toque esta versión, gracias a la cual los medios estaban atravesando un pico de popularidad inusitado, y al par de años se publicó Helter Skelter (1974), libro que terminó de cristalizar esta teoría para siempre y que se transformó en el bestseller de true crime más vendido de la historia. Pequeño detalle que será de vital importancia: su autor era Vicent Bugliosi, uno de los fiscales del caso.
Bueno, vamos un poco para atrás a ver cómo es que se llegó a todo esto. Antes de obtener algún grado de infamia, Manson era conocido como lo que se tipificaba como “criminal común”. A lo largo de su juventud había sido arrestado más de 30 veces pero no tenía ningún crimen violento en su historial, sólo delitos menores, y ni por asomo evidenciaba tendencias cercanas al esoterismo, cosa que cambió al mudarse a California.
Parece que en 1967, dos años antes de la oleada de asesinatos, viajó a San Francisco en busca de nuevos horizontes y allí se encontró con un grupo de personas ampliamente influido por la rama más esotérica del movimiento hippie. Empezó a codearse con músicos, pintores y productores culturales que curtían el mismo mambo y así fue como terminó por hacer buenas migas con Dennis Wilson, histórico baterista de los Beach Boys, que por ese entonces ya se había vuelto una banda consagrada —y nada que ver, pero que DISCAZO Pet Sounds, por favor—.
Manson era un músico aficionado, admiraba a los Beatles y soñaba con ser como ellos. Esta ambición lo llevó a mostrarle sus composiciones a su nuevo amigo Wilson, que no sólo elogió su material y decidió presentarle a su productor, Terry Melcher —que, hay que decirlo, lo rechazó al toque—, sino que le propuso comprarle una canción para interpretarla con los Beach Boys. Así fue como “Never Learn Not to Love” (originalmente titulada “Cease to Exist”) fue parte del disco 20/20 (1968) y Manson nunca recibió el crédito correspondiente ya que había recibido el pago en efectivo y no había firmado contrato alguno. Cosas que pasan.
Ah, cierto, algo importante: para esta altura, impulsado por su carisma y su habilidad para la parla, Manson se había rodeado de un numeroso séquito de jóvenes que compartían sus intereses, o sea, la música, el esoterismo, las drogas psicodélicas, la liberación sexual y, por sobre todas las cosas, el anhelo de una vida “fuera del sistema”.
Luego de ser echados de múltiples hogares transitorios, la Familia había encontrado asilo en el Spahn Ranch, un antiguo set de Hollywood construido para filmar westerns que estaba en desuso. Posta que si esto fuese ficción resultaría inverosímil, ¿no?
No voy a mentirles, un poquito tocado quedé después de pasarme un par de días leyendo y viendo informes y documentales sobre el caso, al punto de que algunas imágenes y conceptos se me aparecían mientras soñaba. Por eso os pido encarecidamente, si quieren velar por mi salud mental pueden entrar a somosmate.ar y giranos unos morlacos para que Mate siga creciendo y también para que pueda costear una sesión de terapia cuando sea necesario 🪐
El mejor lugar para esconder un árbol
Un tiempo después de asentarse en el rancho tuvo lugar el hecho que lo desencadenó todo. Como era de esperarse, uno de los principales ingresos de la Familia venía de la venta de drogas. Tex, una de las figuras más sobresalientes del grupo, era conocido por ser el encargado de organizar este tipo de negocios y parece que hubo una jugarreta que no le salió tan bien. Al parecer, Tex había estafado a un conocido puntero de la zona que llamó enojado al rancho en busca de respuesta. Tuvo la mala suerte de que el que atendió fue Charlie.
Manson lo fue a buscar “para charlar” y, más allá de si estas eran sus verdaderas intenciones o no, terminó por dispararle cuando la cosa se puso pesada y lo dio por muerto. Al volver al rancho, empezó a preocuparse porque asumió que su víctima —por el sólo hecho de ser afrodescendiente— era miembro de las Panteras Negras y dedujo que la organización vendría a buscarlo para vengarse. Para resolver esta cuestión, no tuvo mejor idea que contratar a los Straight Satans, renombrada banda de motoqueros, para defender el rancho.
De más está decir que toda esta paranoia pertenecía sólo a los delirios de Charlie —empezando por que su víctima ni siquiera había fallecido— pero no por eso le trajo menos problemas. Resulta que los Straight Satans andaban buscando droga y uno de los miembros de la Familia les dijo “che, yo tengo un amigo que vende mansa mescalina”. Bueno, la cosa es que el negocio salió mal, los motoqueros saltaron con que la droga era mala y pidieron que les devuelvan el dinero.
Tres miembros de la Familia fueron a hacer el reclamo. Antes de salir, Charlie les indicó que, de ser necesario, podían hacer uso de la violencia extrema para resolver el asunto, un poco como forma de implicar a más partícipes en crímenes violentos para generar complicidad. Y bueno, como la cosa se puso pesada de nuevo, le hicieron caso.
Fue entonces que tuvo lugar el primer asesinato de la Familia y ahí fue que tuvieron una idea brillante: “¿y si implicamos a las Panteras Negras para despistar a la policía y de paso lo hacemos quedar como una venganza por el tipo ese que mató Charlie?”. Valiéndose de la sangre de su víctima, pintaron el logo de la agrupación en las paredes junto a la frase “cerdo político”.
Parece que la táctica tan bien no salió ya que a los pocos días arrestaron a uno de los implicados, por lo que Charlie tuvo una nueva idea brillante: “¿y si cometemos un asesinato similar para despistar a la policía y que asuman que atraparon al tipo equivocado?”. Esa noche tuvo lugar el asesinato de la actriz Sharon Tate y sus invitados, que se encontraban ocupando la casa de Terry Melcher, el productor de los Beach Boys que había rechazado a Manson tiempo atrás.
La víctima no había sido elegida al azar y la elección no tenía nada que ver ni con enviar un mensaje al establishment blanco ni con el retrato del satanismo que había hecho Polanski (entonces marido de Tate) en Rosemary’s Baby (1968) —como se dijo hasta el hartazgo—. La razón era el resentimiento y el ego herido del Charlie que quiso ser estrella de rock. Hubo un nuevo error de cálculos, Melcher no se encontraba en casa y sus inquilinos pagaron el precio.
Parece que el factor que la Familia nunca tuvo en cuenta fue la furia contenida de Tex, que había sido tan salvaje y desproporcionado en su uso de la violencia en casa de Melcher que el resultado tanto no se parecía al del crimen anterior, así que tuvieron la brillante idea de cometer un nuevo asesinato como para no dejar duda alguna. Y así es como llegamos al crimen de los LaBianca que también se habían ganado el resentimiento de Manson tiempo atrás, cuando la Familia se encontraba viviendo en las cercanías y los LaBianca habían presionado para que sean echados del barrio.
¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? No fue ninguna influencia ocultista ni satánica la que llevó a la Familia a cometer tales atrocidades, sino una seguidilla de sucesos relativos a negocios sucios mal llevados y a los delirios paranoicos de Manson, un caso mucho más mundano (y no por eso menos terrible) de lo que los medios salieron a vender.
La popularidad de la teoría de Helter Skelter estuvo apalancada por una tendencia de la época que se conoce con el nombre de Satanic Panic o pánico satánico, un tipo de pánico moral que adjudicaba todos los males que la sociedad estaba atravesando al creciente interés por el esoterismo y el ocultismo —un poco lo mismo que hizo la Thatcher con los video nasties—. Y, como aprendimos al principio, en esta época apuntar contra el ocultismo era un poco apuntar contra el progresismo y contra los sueños de la juventud rebelde. La reacción conservadora había logrado finalmente generar pánico alrededor del movimiento hippie. Y, tengo que decirlo, me resulta una locura que años después se siga hablando de Manson como profeta e impulsor de una guerra racial, cuando todo esto fue un invento del fiscal Bugliosi, al que toda esta experiencia le valió su bestseller. Hablame de posverdá.
Obvio que si llegaste hasta acá te voy a recomendar un documental. De todos los que andan dando vueltas por ahí, el que más profundiza en desacreditar esta teoría que tiene más agujeros que un colador lleva el nombre de Charles Manson: The Final Words (2017) y está narrado por el querido Rob Zombie. Una invitación a reflexionar sobre el rol de los medios y la construcción de verdades con un propósito ulterior.
Ah, y por si quieren un abordaje más amable, también recomiendo Manson Family Vacation (2015), una comedia indie producida por los hermanos Duplass que se basa en la mitología de Helter Skelter para hablar sobre las complejidades de las relaciones intrafamiliares. Muy rico todo.
Y casi me olvido, una última curiosidad: ya preso, Manson cumplió su sueño de que el mundo entero conozca su música. En 1970 se editó Lie: The Love and Terror Cult, disco que compila grabaciones realizadas por Charlie y la Familia de la mano de su amigo Phil Kaufman. De más está decir que fue un fracaso comercial, pero la anécdota quedó. Por si están muy en una, acá se los dejo. ¡Salute! ⛧
Artista invitadx
MatoSaw, categoría 85. Ilustrador de vocación, baterista a los golpes. Defiende que el negro también es un color. Gusta de dibujar cráneos, flora, fauna, y mitología fantástica con pluma y tinta. Antes estaba enojado. Ahora no... tanto. Y sí, el de la ilustración es el bueno de Alan Moore.
Como si fuera poco, Mato nos trae un par de recomendaciones afines:
Richey Beckett (@richeybeckett), el dios galés de las líneas y puntos.
John Dyer Baizley (@aperfectmonster), guitarrista y cantante de Baroness, y un ilustrador “de la re c*ncha de la madre”.
Buen viaje ☠️
Agenda
1/7 - 20hs: El Sistema + Funes el Memorioso + Brigada Barceló (Música)
@ La Casa del Árbol (Córdoba 5217, CABA). Entrada: $6001/7 - 20hs: Barbi Recanati + Lux Raptor (Música)
@ Casa Beta (Lavalle 1521, San Luis). Entrada: $1000.1/7 - 18hs: El salario del miedo (1953) de Henri-Georges Clouzot (Cine)
@ Sala Lugones (Av. Corrientes 1530, CABA). Entrada: $350.1/7 - 20.30hs: Lxs Grillxs del Bidet presentan “Descuidos” (Espectáculo musical)
@ Centro Cultural QueTePasa (Riccheri 340, Rosario, Santa Fe). Entrada: $800.2/7 - 20.30hs: La caja de cristal (Teatro)
@ Teatro Real (San Jerónimo 66, Córdoba). Entrada: $800.2/7 - 20hs: Poly Pole + Parásito Paraíso + Vicente Colombo + Tenkaichi (Música y expo)
@ Mansión Tifón (Ramos Mejía, PBA). Entrada: $300.3/7 - 19hs: Presentación del libro La máquina de Germán Moretto (Literatura)
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Supo tocar la batería y componer junto a las bandas Efecto Amalia y Gente conversando. Actualmente forma parte de la banda de Ire Paz. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.