“Ya estoy pensando en lo que sigue”: el legado de Rosario Bléfari
Un humilde homenaje a una de las figuras más influyentes de la cultura indie porteña
Voy a ir y venir
A veces cuesta mucho creer que algunas personas ya no se encuentran entre nosotros. Cuando uno empieza a transitar y habitar la movida indie de la ciudad de Buenos Aires se topa con algunas personalidades ya consagradas como piezas fundacionales de este espacio. Esto siempre resultó particularmente estimulante porque muchas de estas personas siguen frecuentando los mismos queridos tugurios que los vieron nacer y son una parte viva de la escena.
Realmente me pone triste pensar en que hace poco tiempo y en un lapso de menos de un año perdimos a tres artistas absolutamente fundamentales de este ámbito y tiendo a pensar que por alguna razón no ocupan el lugar que deberían dentro de nuestro panteón nacional de las artes. Claro que estoy hablando de: Palo Pandolfo, músico y poeta que lideró bandas icónicas (y cuyos discos he gastado) como Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes; Gabo Ferro, músico e historiador que le puso su voz inconfundible a la banda de metal Porco y luego nos regaló una bellísima carrera solista con inspiraciones folclóricas; y, por supuesto, Rosario Bléfari, música, actriz y escritora que marcó a fuego una época y cuyo legado nos compete en esta ocasión, a dos años de su prematura muerte.
Dicen por ahí que Rosario era hiperactiva: al parecer no paró un segundo en toda su santa vida. Todo el mundo la describe como una persona inquieta y curiosa, siempre ávida de nuevos horizontes y nuevos proyectos donde ponerse a prueba a ella misma, con distintas personas y en distintos rubros para que cada propuesta implicara algún tipo de desafío.
Es probable que esta personalidad sea lo que la llevó a abordar una multiplicidad de formatos y medios de expresión. Una banda de rock experimental que reinó en los años ‘90, otras bandas menos experimentales y menos de rock, un proyecto solista vasto y variado, libros de poesía y libros de narrativa y obras de teatro, actuaciones en películas de directores de renombre y una colaboración clave en una de las películas seminales del nuevo cine argentino. Flojo CV.
Empezó a hacer ruido (literalmente) en la movida con Suárez, banda que se codeaba con otros exponentes de lo que se conoció como el nuevo rock argentino de la década del noventa, como Peligrosos Gorriones, Los Brujos, Fun People, Juana la Loca y un primer Babasónicos. La banda se caracterizaba por mezclar un rock con influencias grunge/alternativas (a la Pixies o Nirvana), con una cosa más shoegaze (corte Slowdive) y largos momentos de noise que recuerdan a ciertos pasajes de Sonic Youth. Todo esto maridado por la voz de Rosario, que de querer describirla (qué difícil es racionalizar la música, che) diría que tiene algo entre melancólico y naif, y que esa mezcla resulta disfrutablemente perturbadora; como una sensación ambigua de que siempre hay una dimensión oculta que va más allá de la literalidad de las palabras.
Bueno, perdón la digresión nostálgica: el punto es que de esa forma sonaban los primeros discos, Hora de no ver (1994) y Horrible (1995), pero con el tiempo su sonido fue mutando y en sus siguientes discos se animaron a un abordaje más pop que no dejaba tener la impronta ruidosa de siempre. En la segunda mitad de la década del noventa la banda lanzó sus discos más populares, Galope (1996) y Excursiones (1999), que contenían algunas canciones que se volvieron himno como “Camión regador”, “Río Paraná” y la homónima “Excursiones”.
El sonido de estos discos fue indudablemente una influencia clave para propiciar la aparición de bandas como El Mató, Los Besos o Las Ligas Menores. Ah, y no menos importante, también lanzaron un EP bajo el nombre de 29:09:00 (2000) como tributo a la banda española Le Mans —gran exponente de la movida madrileña— que es una belleza absoluta.
Como esta mujer realmente no podía parar, el mismo año en que Suárez decide separarse y da sus últimos shows en vivo, Rosario lanza su primer trabajo solista. Cara (2001) es probablemente el disco más experimental de toda su carrera, un viaje psicodélico de poco más de 20 minutos que va y viene del noise a la canción en un fluir magnético. Su siguiente trabajo es un poco más tradicional y es sin duda mi disco favorito de esta etapa; se titula Estaciones (2004), un trabajo más romanticón y cancionero, que ella dice que al componerlo se sintió como “entrar a un bar, mirar a las personas sentadas ahí, decir ‘hoy voy a enamorarme de todos ellos’ y hacer una canción para cada uno”.
Volvió a un sonido más rockero y cercano a sus orígenes con Misterio relámpago (2006) y como la constancia sonora claramente no le resultaba estimulante, su próximo disco fue todo lo contrario. Calendario (2008) es un disco etéreo y volador; un viaje muy disfrutable entre lo acústico y lo amorfo. Para mantener la balanza cósmica equilibrada, en Privilegio (2011) retomó un sonido más crudo y filoso, y en Sector apagado (2019), su último trabajo solista, volvió a animarse al espíritu cancionero pop de Estaciones.
En paralelo a su carrera solista desarrolló otros dos proyectos musicales. Por un lado tuvimos a Sué Mon Mont, un supergrupo del under, integrado por miembros de otras bandas de la movida como Los Reyes del Falsete, El Mató y Bosques, que esgrimiendo un sonido explícitamente grungero y distorsionado lanzaron un disco homónimo en el 2014 y el EP Contratiempo en el 2015. Por el otro formó Los mundos posibles, un dúo con Julián Perla (vocalista de Mi Pequeña Muerte), banda que lanzó sólo un disco Pintura de guerra (2018): un compendio de canciones pegadizas y ocurrentes que le suelen sacar a uno una sonrisa.
Ah, y casi me olvido de algo fundamental. Gracias a los documentales realizados por el director Fernando Blanco —Entre dos luces (2015) y Cien caminos (2017)—, Suárez volvió a los escenarios en el 2016 para alegría de todos aquellos que éramos muy jóvenes para disfrutarlos en vivo en los ‘90 y la fiesta fue total. También nos dejaron un bellísimo último EP en el 2020, pero eso lo vamos a dejar para el final.
Vamos admitirlo: un poco he lagrimeado a lo largo de la escritura de este newsletter y quedé anímicamente drenado, digamos. Les juro que esto no es chantaje emocional, pero si quieren ayudar a una pronta recuperación sabemos que el dinero no es todo, pero cómo ayuda. Por eso te invitamos a girarnos unos morlacos en somosmate.ar para que nuestros contenidos sigan creciendo y para que cada semana podamos seguir viajando a lo largo y ancho de nuestro cosmos cultural 🪐
El lado de la luz
La otra Rosario que dejó una marca ineludible para cualquiera que se siente a analizar o a consumir un poco de cultura local de los noventa fue la Rosario actriz. Su primera aparición en la pantalla grande fue en un rol secundario en Pobre mariposa (1986) de Raúl de la Torre, director reconocido por haber filmado Peperina (1995), esa falopeada que fue la película de Serú Girán con Andrea del Boca, y que venía de dirigir Pubis angelical (1982), adaptación de Manuel Puig con banda sonora original del mejor Charly García.
La cosa es que ese mismo año Rosario protagonizó un corto titulado Doli vuelve a casa (1986), uno de los primeros trabajos de quien se convertiría en la figura seminal del nuevo cine argentino: Martín Rejtman. Su buena relación con el director la llevó a obtener un papel secundario en Rapado (1996) —considerada ampliamente como la primera película de este movimiento— y luego a protagonizar Silvia Prieto, cuyo personaje fue el más reconocido de su carrera. Ya hemos hablado sobre esta película y sobre el cine de Rejtman en otra edición de esta noble publicación, pero por las dudas les tiro la sinopsis ya que el público se renueva: al momento en que una mujer decide cambiar algunos hábitos de su vida cotidiana, entra en una crisis existencial al enterarse de que hay otra persona en la ciudad que comparte su mismo exacto nombre, y el resultado son algunas de las secuencias más memorables de nuestro cine nacional.
Más allá de su estrecha relación con Rejtman, Rosario se dio el lujo de trabajar con algunos de los directores y directoras más interesantes de la escena local. Por ejemplo, tuvo un papel central en Lo que vendrá (1988) de Gustavo Mosquera, delirio postapocalíptico que tiene a un Charly García enfermero como protagonista, y un papel un poco más secundario en Yo, la peor de todas (1990), anteúltima película de la gran María Luisa Bemberg, que abordaba de forma un tanto autorreferencial los últimos años de Sor Juana Inés de la Cruz.
Durante la década del 2010 protagonizó dos películas que comparten director y que recomiendo muchísimo. Estoy hablando de Los dueños (2013) de Ezequiel Radusky y Agustín Toscano, producción tucumana mal catalogada como la “Parasite argentina”, donde Rosario encarna a la hija de un dueño de estancia cuyos empleados ocupan la casa principal cuando la familia no está, y de Planta permanente (2019) de Radusky en solitario, donde un cambio de gobierno hace peligrar la amistad entre dos empleadas ministeriales, una película tan asfixiante que por momentos se siente como una de terror.
Ah, y casi me olvidaba: también la pueden ver en ese experimento precioso que es La película infinita (2018) de Leandro Listorti, proyecto construido a partir de restos de películas argentinas que nunca fueron terminadas. Entre ese vaivén hipnótico de fragmentos podemos ver a Rosario encarnando a la Emma Zunz del más trosko de los Borges, preparándose para asesinar al patrón Loewenthal en una adaptación que trágicamente nunca veremos completa.
Como si fuera poco, a partir de la década del 2000 también se volcó de lleno a las letras y publicó cinco libros de poemas, dos obras de teatro y dos libros narrativos, entre los que se destacan Poemas en prosa (2001), su primer poemario, Antes del río (2016), libro donde perfecciona su poesía obsesionada con develar la profundidad que yace en lo cotidiano, y Las reuniones (2018), texto narrativo que se centra en uno de sus temas recurrentes: los encuentros de todo tipo y los espacios que los propician. Pocos meses después de su muerte se publicó Diario del dinero (2020), libro donde elabora una suerte de diario íntimo, personal y desordenado a partir de una lista de sus compras y gastos. Su último gesto literario fue experimental, sensible e inclasificable, como merecía ser.
Para cerrar, les voy a dejar el último EP de Suárez titulado Por última vez (2020), también lanzado de forma póstuma, donde las palabras finales que podemos escuchar salir de su boca son: “estoy pensando en volver”.
Te queremos mucho, Rosario, donde sea que estés.
Gracias por todo ✨
Artista invitadx
Las Fin del Mundo es una banda formada en 2019 en Buenos Aires con raíces en la Patagonia Sur: Tierra del Fuego y Chubut. Su música nos invita a transitar ambos espacios a través de melodías, letras y pasajes instrumentales que combinan un sonido indie con matices de post-rock emocional. Mientras que sus primeras canciones publicadas en abril de 2020 fueron la banda sonora de nuestros días extraños de aislamiento, su segunda entrega busca otros rumbos musicales para demostrar que el fin del mundo no es la culminación sino el principio de una nueva etapa.
Las pueden ver en vivo en sus próximas fechas:
- Sábado 16 de julio con Poseidótica en La Tangente
- Jueves 4 de agosto en Anomalía Fest, segunda función de Delta Sleep en La Tangente
- Jueves 22 de septiembre en KEXP Live from Argentina desde el CCK (Sesión en vivo con público // Entrada gratuita)
Agenda
7/7 al 10/8: Deformer total por Pedro Mancini (Muestra de historietas, dibujos y pinturas)
@ Galería de Arte Villa Mecenas (Torres 618, Morón, PBA). Entrada: Gratuita.8/7 - 21.30hs: Biloba + Lulú Problemas + Nico Cavi
@ Teatro Animal (Castro 561, CABA). Entrada: $850.8/7 - 21.30hs: En pleno vuelo (Teatro)
@ Teatro María Castaña (Tucumán 260, Córdoba). Entrada: $900.8/7 - 20hs: Joint Ravolta + Blokbaster + Jero Jones (Música)
@ Centro Cultural Matienzo (Pringles 1249, CABA). Entrada: $700.9/7 - 21hs: Ire Paz & el Derrumbe presentan “Edificios que se derrumban” (Música)
@ Cooperativa Cultural Qi (Thames 240, CABA). Entrada: $800.9/7 - 21hs: Antonio/Antonia: Un encuentro absurdo del tercer tipo (Teatro)
@ La escalera (9 de julio 324, Rosario, Santa Fe). Entrada: $800.9/7 - 19hs: Esperando la carroza (1985) de Alejandro Doria (Cine)
@ CCK (Sarmiento 151, CABA). Entrada: Gratuita.
¡Eso es todo, amigxs!
Gracias por compartir este viaje por el cosmos de nuestra cultura.
Por las dudas, vamos con un poco de data que nunca está de más aclarar:
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Supo tocar la batería y componer junto a las bandas Efecto Amalia y Gente conversando. Actualmente forma parte de la banda de Ire Paz. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.
hermoso <3 gracias por esto!