“Los hijos de Dios no están a la venta”: la conspiración del adrenocromo
Posible historiografía de una droga ficticia con impacto real, de Aldous Huxley a la paranoia trumpista
La posibilidad de una (pos)verdad
Allá lejos y hace tiempo, Jorge Luis Borges charlaba con su amigo Adolfo Bioy Casares. Discutían sobre literatura, sobre el nuevo proyecto de novela de Bioy y sobre si era ético narrar desde una perspectiva subjetiva que omitiera o desfigurara los hechos con el fin de generar un determinado efecto en el lector. Durante la charla, ambos dicen haberse sentido acosados por los espejos que los rodeaban. Fue entonces que Bioy recordó que “uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”.
Intrigado ante esta paráfrasis al vuelo, Borges le preguntó a su amigo de dónde había sacado esa memorable sentencia. Sin dudarlo, Bioy aseguró que lo había leído en un artículo sobre Uqbar de la Anglo-American Cyclopaedia. Al revisar el volumen correspondiente, no sólo no encontraron el artículo sino que no encontraron ninguna referencia al respecto de Uqbar, ni siquiera en el índice. Aunque Bioy decía estar seguro de que se trataba de una región de Irak o Asia Menor, el lugar parecía no existir.
Al otro día, Bioy llamó a Borges con su propia edición de la enciclopedia en mano. La sentencia citada variaba en su contenido pero no en espíritu, y allí estaban aquellas palabras y allí estaba también Uqbar. Condicionado por lo vasto de sus lecturas, Borges descreyó de la existencia de esta particular entrada en su amada enciclopedia hasta que la tuvo ante sus ojos. En ese entonces la cosa no pasó a mayores. Transcurrieron dos años hasta que aconteció cierto hallazgo en un olvidado hotel de Adrogué.
Herbert Ashe, ingeniero de los ferrocarriles del sur y amigo del padre de Borges, había muerto misteriosamente dentro del hotel y entre sus pertenencias se encontraba un libro, dentro de un paquete todavía sin abrir. Al revisar sus pertenencias, el bueno de Jorge Luis fue el primero en romper el sobre y descubrir la existencia de Una primera enciclopedia de Tlön. Vol. XI. De Hlaer a Jangr. En sus páginas se detallaba parte de la doctrina de Tlön, planeta dentro del cual se encontraba la región de Uqbar, y cuyo principal precepto espiritual era un apego total al idealismo y un rechazo al materialismo, que era considerado una herejía ya que en estos términos nada existe si no es percibido.
Al profundizar en su investigación, Borges dio con una aparente verdad: tanto Tlön como Uqbar eran fabricaciones de una sociedad secreta de nombre Orbis Tertius, que conspiró durante años para crear un planeta ficticio que operara como complemento (o como contraste) platónico a la Tierra. Lo perturbador es que, a lo largo de los años, registros de la existencia de este planeta empezaron a mezclarse con la historia terrestre y objetos provenientes de Tlön aparecieron diseminados a lo largo del globo. Borges concluyó que el contacto con (el concepto de) este planeta estaba desintegrando nuestro mundo gradualmente y que pronto la Tierra “sería Tlön”.
Sí, claro que este es el argumento de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, tal vez el mejor cuento jamás escrito por la más prestigiosa pluma del Río de la Plata, cuyas implicancias hoy pueden leerse como un visionario tratado sobre la posverdad desde un mundo donde el conocimiento canónico estaba aún regido por enciclopedias, lejos de imaginar la hiperconectividad y la volatilidad de la información que en la actualidad nos aqueja y nos contiene.
Esta semana, el nada casual 4 de julio para ser precisos, se estrenó Sound of Freedom (Alejandro Gómez Monteverde, 2023), película que combina drama y acción para narrar la historia de vida real de Tim Ballard, ex Agente de Seguridad Nacional de los Estados Unidos dedicado a resolver casos de tráfico de personas, sobre todo de niños, en Latinoamérica. Ahora bien, hace unos meses la película tuvo un pico de visibilidad gracias a las ¿desafortunadas? declaraciones de quien encarna el rol protagónico.
Resulta que el actor Jim Caviezel —a quien probablemente recuerden por ese gran estandarte del subgénero porno tortura que fue La pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004)— se encontraba participando de otra rueda de prensa para promocionar su nueva película. Al momento de abordar la temática del tráfico de niños, Jim se puso muy serio y aseguró que “ellos están sacando chicos de los reductos más oscuros del infierno para conseguir su adrenocromo” y que su nueva película es una forma de visibilizar esta realidad.
Ah, perdón, ¿dije “rueda de prensa”? Quise decir “congreso organizado por seguidores de QAnon”, personas que están completamente convencidas de que existe una conspiración del “estado profundo” para mantener oculta una gran red internacional de pedofilia y tráfico de niños con complicidad de celebridades progresistas y políticos del Partido Demócrata, cuyo fin último no es la explotación y el abuso sexual en sí sino la extracción del adrenocromo generado por los cuerpos de las víctimas. Dentro de la mitología de este paradigma maniqueo, el gran redentor no es otro que el ex presidente Donald Trump.
Y ustedes en casa se preguntarán, ¿de qué carajo está hablando esta gente? El adrenocromo es un compuesto químico natural producto de la oxidación de la adrenalina, que durante etapas un tanto más experimentales de la medicina moderna se intentó utilizar (sin éxito) para tratar trastornos neurológicos y casos de esquizofrenia. Estamos hablando de las décadas del ‘50 y el ‘60, donde no era algo fuera de lo común experimentar con sustancias psicoactivas, como el LSD o la psilocibina, con fines médicos similares. Por esta razón no es de extrañar que el adrenocromo haya hecho mella de forma un tanto mítica en la cultura psiconáutica de la época.
El primer registro del adrenocromo utilizado como supuesta sustancia de consumo recreativo fue literario y llegó de la mano de Aldous Huxley en Las puertas de la percepción (1954), crónica de un profundo viaje de mescalina donde el autor reflexiona sobre el potencial psicológico y filosófico de la sustancia, con una grandilocuencia que emparenta a la experiencia psiconáutica con un despertar de lo divino dentro de lo terrenal. Más allá de haber servido como inspiración para que Jim Morrison le pusiera de nombre a su banda The Doors, en el libro se menciona al pasar el descubrimiento del adrenocromo, sustancia que Huxley decía no haber probado pero aseguraba que su efecto era similar al de la mescalina.
Ya con la sustancia-mito instalada, unos años después fue mencionada por Anthony Burgess en su libro más célebre: La naranja mecánica (1962). Allí, en una de las secuencias donde los drugos se juntan en el bar Korova a tomar su moloko vellocet (léase “leche con farafa”), Alex DeLarge menciona que los dueños no tienen permiso para vender alcohol, pero sí para cortar la leche con sustancias como “synthemesc o drencrom”; o sea, mescalina sintética y adrenocromo, en clara referencia a las palabras de Huxley.
En la misma línea y casi diez años más tarde, la sustancia apareció mencionada en un libro que tuvo un fuerte impacto tanto en la contracultura pop como en el periodismo independiente como en la cultura psiconáutica. Claro que estoy hablando de Miedo y asco en Las Vegas (1971) de Hunter S. Thompson, esa crónica lisérgica y pasada de rosca donde el autor viaja para cubrir una carrera automotor en el desierto y termina por cubrir cualquier otra cosa.
Podríamos suponer que el origen del mito actual viene de este libro ya que, además de enumerarla como parte del ecléctico cóctel de drogas que el protagonista ingiere a diario, Hunter nos dice que “hay un solo origen para esta sustancia: las glándulas de adrenalina de un cuerpo humano vivo; no es buena si sale de un cadáver”. Como para profundizar en la instauración del mito, el autor también mencionó al adrenocromo en su siguiente libro Miedo y asco en la ruta de campaña ‘72 (1973), una particular cobertura de la campaña que llevó a Richard Nixon a su reelección como presidente.
De más está decir que las crónicas de Thompson estaban inscriptas dentro del entonces incipiente “periodismo gonzo”, vertiente inaugurada por el propio autor donde la veracidad periodística pasaba a un segundo plano ante percepciones distorsionadas por la ingesta de sustancias varias y pasajes ficcionales que se mezclaban con el registro periodístico tradicional. O sea, no estaríamos errados al asegurar que la forma actual del mito del adrenocromo fue extirpada literalmente de una obra de ficción.
Fue durante los últimos años y gracias a la siempre coherente comunidad de seguidores de QAnon (o Qmunidad) que la sustancia empezó a asociarse con el tráfico de niños y con supuestos pabellones subterráneos que funcionan como cámaras de tortura constante, cuyo único fin es obtener el tan preciado elixir que, según dicen algunos, además de un profundo efecto psicoactivo tiene la capacidad de extender la duración de la vida, cual fuente de la juventud.
Si venís siguiendo este newsletter, ya sabés que desde tiempos inmemoriales se utilizó la figura del abuso infantil como herramienta discursiva dentro de conspiraciones o campañas de desprestigio al poner en el lugar de la víctima a sujetos que operan como símbolo de la más pura inocencia.
Desde el sacrificio ritual de niños y bebés a Moloch con el que el monoteísmo hebreo persiguió al politeísmo cananeo más de mil años antes de Cristo hasta el pánico satánico de los años ‘80 desencadenado por lo más conservador de la sociedad estadounidense contra la blasfema iglesia de Anton LaVey, el modus operandi fue siempre el mismo: redes invisibles (e incomprobables) de explotación infantil que servían como puerta de entrada empática para toda persona dispuesta a creer en una causa más grande y más trascendente que cualquier individualidad.
Dicho todo esto y volviendo un poco a la película que hoy nos sirve de macguffin, parece ser que Tim Ballard, el hombre en cuya vida está inspirado el argumento de Sound of Freedom, está al frente de una ONG llamada Operation Underground Railroad (o OUR) exclusivamente dedicada a luchar desinteresadamente contra el tráfico de niños en América Latina y otros países del “Tercer Mundo”.
Si hurgamos un poco más en lo que desde afuera puede parecer una buena causa, nos encontramos con un hombre muy blanco y muy cristiano al que le pegó fuerte el arquetipo del white savior con un particular gusto por la injerencia en países extranjeros y cuyas acciones no son tan desinteresadas como parece. De hecho, para ser una organización sin fines de lucro, OUR triplicó sus millonarias ganancias en tan solo cuatro años.
Como si fuera poco, Ballard y los suyos tienen encima varias acusaciones de fraude. Una de las más llamativas tiene como protagonista a una joven centroamericana de nombre “Liliana”, a la que la organización aseguraba haber rescatado tras años de abuso sistemático y que se volvió la cara visible de una gran campaña de recaudación de fondos. Bueno, parece ser que nada de esto fue tan así, ya que existen registros de que “Liliana” escapó de sus captores por sus propios medios y para el momento en que Ballard dice haber intervenido esta “niña” ya contaba con 23 años de edad.
Distintos organismos de derechos humanos y asociaciones especializadas en la problemática del tráfico de personas declararon que resulta alarmante la falta de comprensión por parte de los miembros de OUR sobre el funcionamiento real de las redes de tráfico y tildaron su trabajo de “arrogante, poco ético e ilegal”. En esta línea, un artículo de Vice News llamó a la organización una “caridad adyacente a QAnon”. A pesar de que Ballard y los suyos tratan de despegarse de la comunidad conspirativa, con gente como Caviezel tan cerca parece ser cada vez más difícil.
De hecho, una de las últimas apariciones públicas del actor que supo encarnar tanto a Jesucristo como al propio Tim Ballard fue en otra convención de seguidores de QAnon, esta vez en Las Vegas, donde habló sobre erradicar a Satán y a la ideología liberal (léase progresista) con Cristo como espada, citó a Ronald Reagan, pidió donaciones para que el público pueda ver gratis Sound of Freedom y cerró con la consigna: “¡Los hijos de Dios no están a la venta!”. Hablame de batalla cultural.
Como ocurrió con el caso Jeffrey Epstein durante el auge del movimiento Q, lo preocupante es que este manto conspiranoico termina por banalizar una problemática real y por plantear una doble vara moral donde los mismos que se desviven por financiar las campañas de OUR fuera de los Estados Unidos también militan en contra de la educación sexual en las escuelas, política pública diseñada en gran parte con el objetivo de prevenir abusos intrafamiliares y cercanos.
Una posición cómoda consolidada desde cierto sector ideológico que prefiere simplificar una realidad por demás compleja y, a través de una pátina conspirativa emanada directamente desde la ficción, darle la narrativa y la épica necesaria para que la vida se sienta como la película de Hollywood de la que siempre soñaron ser protagonistas y que por fin pudieron filmar.
La ficción no imita a la vida sino que la vida imita a la ficción, y si la cosa sigue así va a llegar un punto (si no ha llegado aún) donde una cosa resulte indistinguible de la otra, y cuando no exista la verdad, todo podrá serlo.
Una invitación patria
Este domingo 9 de julio, en un nuevo aniversario de nuestra independencia, desde Criolla Editorial queremos invitarles a una bella tertulia que tendrá lugar a partir de las 19.30hs en Qi (Thames 240, Villa Crespo). Estará disponible a la gorra el afamado locro del Brujo y habrá lecturas y proyecciones y reflexiones y mucho más de la mano de un lainap realmente virtuoso. La entrada es GRATIS y todo el mundo es bienvenido. Se sugiere traer escarapela. Nos vemos allí ✨
Agenda
7/7 - 18hs: Fin del Mundo + Cursi no muere + Rosamonte + Distante + Adiós (Música)
@ El Emergente Almagro (Acuña de Figueroa 1030, CABA). Entrada: $1500.7/7 - 21hs: El niño salvaje de Céline Delbecq (Teatro)
@ Club San Martín (San Martín 1266, Santa Fe). Entrada: $2000.8/7 - 16hs: El coso (2023) de Néstor Frenkel (Cine)
@ MALBA (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, CABA). Entrada: $800.8/7 - 20.30hs: Desencajadxs (Teatro)
@ Teatro María Castaña (Tucumán 260, Córdoba). Entrada: $2000.8/7 - 21hs: Mostruo + Sofía Uzal (Música)
@ Pura Vida (Diagonal 78 y 61, La Plata). Entrada: $1800.9/7 - 19.30hs: Editorial Criolla presenta ALT - Edición Patria (Locro, literatura, proyecciones y más)
@ Cooperativa Cultural Qi (Thames 240, CABA). Entrada: Gratuita.
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Forma parte de Criolla Editorial. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.
nuevamente quiero citar a South Park
abordan la temática desde 1 óptica+ insider
Temporada 10 Episodio 1: El Regreso de Chef
Vaporesso, Vaporesso, Vaporesso; son tus hombres que sin decir ni "mu", se c*lean entre ellos y disfrutan de la fuente de la eterna juventud.