De lo espiritual en lo electoral #4: Las redes invisibles
o del vínculo de la campaña de Javier Milei con cierta película ligada a la conspiranoia web trumpista y un perfil de algunos de los hombres detrás de la cortina
“Si la discusión con Milei es por la distribución del ingreso, sólo vamos a debatir.
Si la discusión con Milei es porque se quiere quedar con mi fe, vamos a combatir”.
- Guillermo Moreno
Globaliz.AR como bandera
Apenas cinco días después de que el triunfo de La Libertad Avanza en las PASO tomara al país (y sobre todo a los medios hegemónicos) por asalto, Javier Milei, Victoria Villarruel y otros miembros de su armado fueron invitados a ver una película.
Al llegar, el grupo fue cálidamente recibido por Eduardo Verástegui, productor en cuestión, que invitó al flamante candidato a Presidente y a su candidata a Vice a firmar una carta que por suerte lleva un nombre escueto: “Carta de compromiso para la promoción de acciones para erradicar la trata con fines de explotación sexual y tráfico de órganos de niños, niñas y adolescentes”.
Días antes, y también ante la atenta mirada de su productor, la carta había sido firmada por figuras como Donald Trump y Nayib Bukele. ¿Qué pensarían todos estos personajes si se enteraran de que Milei anduvo hablando “teóricamente” sobre vender órganos y niños? Sólo Dios lo sabe, realmente. La cosa es que, después de firmar la carta, los invitados se dirigieron a una sala de cine privada para disfrutar de la función.
La película no era otra que Sound of Freedom (2023), controversial producción ligada de forma directa a la comunidad QAnon, léase, a la conspiranoia trumpista más rancia. Un esfuerzo fílmico que se precia de ser vehículo para una verdad revelada al abordar una “historia real” que no es tan real como aparenta; una pieza más de un confuso rompecabezas que viene a darle legitimidad a una de las conspiraciones más falopa jamás esbozadas: la del adrenocromo. Sí, en esta noble publicación ya le dedicamos una edición entera a este asunto, allá por el nada casual 4 de julio, cuando la película se estrenó en tierras estadounidenses.
Ahora bien, de esta particular función privada se desprenden unas cuantas cuestiones. Para empezar, no está demás mencionar que el estudio encargado de distribuir la película lleva el nombre de Angel Studios y que fue fundado por Neal y Jeffrey Harmon, dos hermanos que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En otras palabras, los hermanos profesan la fe mormona, pero se caracterizan por distribuir producciones que interpelan al amplio espectro cristiano.
Dentro de este amplio espectro se encontraban los productores y el elenco de Sound of Freedom, que además del mencionado Verástegui también incluye al para-nada-polémico Mel Gibson, seres que sostienen un lazo estrecho y emocional con la Iglesia Católica. En un principio, la película había sido producida por la siempre conservadora 21st Century Fox. Al momento en que la compañía fue comprada por Disney, la nueva administración decidió no distribuir la película por no considerarla apta para su catálogo y vendió sus derechos, lo que se dice, por dos mangos.
“Habíamos quedado atrapados por Disney y la plandemia”, declaró Verástegui en una larga entrevista con Agustín Laje, y aseguró que hay que tener cuidado con el imperio del tío Walt porque “es una compañía perversa” y porque “tiene una agenda y quiere destruir la pureza en los niños”. Después de tocar las puertas de las grandes plataformas, como Netflix y Amazon, y recibir una negativa tras otra, el productor finalmente dio con Angel Studios, de pequeña estructura pero de gran corazón cristiano.
Justamente, un aspecto fundamental del fenómeno alrededor de Sound of Freedom fue lo poco ortodoxo de su distribución. Más que como una película, su estreno se promocionó como una campaña solidaria desde distintas congregaciones eclesiásticas. El modelo era el siguiente: ingresando al sitio web de Angel Studios uno podía comprar entradas para las funciones pero también podía “donar” entradas para aquellos que no pudieran pagarla. Esto generó un doble efecto: una distorsión en los números de recaudación y de espectadores y proyecciones agotadas con salas vacías.
Dicho todo esto, ¿quién es entonces este Eduardo Verástegui? Actor, productor y ex estrella pop, Verástegui lleva varios años desempeñándose como activista político ultraconservador. Ha llevado adelante diversas campañas en contra de la legalidad del aborto y se opone abiertamente al matrimonio igualitario y a la adopción monoparental. Más allá de esta militancia social, el tipo fundó Metanoia Films, productora que le permitió volcar su ideología en una variedad de productos audiovisuales con Bella (2006) como ejemplo paradigmático, una película que aborda la cuestión del aborto con “un mensaje esperanzador”.
Durante los últimos meses se hizo evidente que las ambiciones de este hombre no se quedaban ahí, ya que expresó públicamente sus intenciones de transformarse en el próximo presidente de México y anda por ahí juntando firmas para validar su candidatura de cara a las elecciones 2024; un representante de las nuevas derechas para librar su tan preciada “batalla cultural” contra AMLO y los suyos.
Como si fuera poco, parece que Verástegui fue el nexo coordinante que logró que la trascendida entrevista de Javier Milei con el periodista Tucker Carlson fuera un hecho. “Eduardo vino con la premisa de la entrevista. Dijo que Tucker estaba interesado y le pidió que se contacte con Milei cuando se enteraron de que venía para Argentina. ‘Si Javier lo ve bien, lo armamos’, le dijo, y así fue”, declaró en una entrevista el consultor Fernando Cerimedo, director de la campaña digital de La Libertad Avanza, o uno de los hombres detrás de la cortina.
Por fortuna todavía no nos vimos obligados a dar ese salto de fe que nos lleve a empezar a creer que Jorge Rial es el líder de una entidad intergaláctica que capura almas a través de los rayos catódicos de los televisores de antaño para utilizar su energía como medio para volver a casa, del otro lado de la Vía Lactea, o algo por el estilo.
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De lo digital en lo etc
Como para que la cosa arranque tranquila, el 8 de enero de este año miles de seguidores radicalizados de Jair Bolsonaro invadieron la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia. Protestaban por un supuesto fraude en la reciente victoria de Lula da Silva, tras un reñido ballotage, y su objetivo central era tomar el Congreso por asalto, un poco en espejo de aquel 6 de enero de 2021 en que los fanáticos de Donald Trump coparon el Capitolio.
El grupo de manifestantes logró superar la barrera policial para ingresar al Palacio de Planalto y al Supremo Tribunal Federal. Atacaron vehículos de la Policía Legislativa, se enfrentaron a golpes con los efectivos y destruyeron cuanto tuvieron a mano. Al igual que había ocurrido en el país del norte, nada de esto fue casual y el propio Jair Bolsonaro había instaurado la idea de un fraude organizado (mientras él era gobierno, cabe aclarar) que tenía como objetivo acabar con su modelo de país.
Aunque en su momento pasó un tanto desapercibido, por lo menos para los medios de nuestro país, una de las principales figuras que fogoneó la cuestión del fraude y envalentonó a los bolsonaristas a tomar el asunto en sus propias manos fue, indefectiblemente, un argentino.
“Este domingo, el mundo sabrá todo lo que está ocurriendo con las elecciones en Brasil. La censura y el fraude han silenciado a todo un país. #BrasilFueRobado”, publicó Fernando Cerimedo en su cuenta de Twitter, allá por el 11 de diciembre de 2022; una invitación a una transmisión a realizarse por YouTube.
Bajo el rótulo “Informe de auditoría privada de las urnas electrónicas” y con más de 400 mil personas como audiencia virtual, Cerimedo se explayó largo y tendido para dar cuenta de los mecanismos que, aparentemente, el equipo de Lula da Silva había puesto en funcionamiento con el fin de “robarle” la elección al tan idóneo Bolsonaro. Por supuesto, la mayoría de la información que sostenía los argumentos del consultor era totalmente falsa.
Hay que decir que, para quienes tenían en el mapa a Cerimedo, este acto desfachatado e irresponsable no resultó para nada sorprendente. Desde el año 2018 el consultor se encuentra al frente de La Derecha Diario, portal que él mismo fundó y que se caracteriza por la difusión indiscriminada de fake news como parte de su modus operandi habitual. Sí, todo esto encuentra un claro antecedente (y una inspiración) en el modelo de comunicación forjado alrededor de la campaña y posterior presidencia de Donald Trump, con las estrategias de manipulación y guerrilla psicológica digital craneadas por tipos como Roger Stone y Steve Bannon.
¿Cómo llegó este argentino adepto al marketing digital a forjar lazos tan estrechos con la ultraderecha brasileña, se preguntarán? Como todo en la vida, fue un poco de casualidad o habrá sido el destino, como dicen algunos. Parece ser que allá por el año 2010 Cerimedo y Eduardo Bolsonaro —el más mediático de los hijos de Jair— coincidieron en un curso que dictaba Jaime Durán Barba en los Estados Unidos. Al toque pegaron buena onda y unos años más tarde el argentino terminó ligando un currito como consultor de Bolsonaro padre en Brasil.
Tras un breve paso por el equipo de Fernando Espinoza en La Matanza en el año 2020 —única aventura por fuera de sus horizontes ideológicos—, Cerimedo obtuvo su primer rol protagónico poco después y del otro lado de la cordillera. En Chile se estaba por votar la tan esperada reforma constitucional y el consultor se puso al hombro la campaña del rechazo, enfrentándose abiertamente al gobierno de Gabriel Boric. Esta intervención estuvo fundamentalmente basada en la divulgación en encuestas falsas que, contra todo pronóstico, daban como ganador al “No”, cosa que terminó ocurriendo meses después.
“Me apropié de este rol como consultor de la derecha latinoamericana porque todo el mundo tiene miedo de ponerse ese traje. Para mucha gente decir que sos de derecha es una mala palabra, pero para mí no”, declaró muy suelto de cuerpo Cerimedo. Hace un año el consultor ya expresaba sus intenciones de formar parte de la campaña de Javier Milei, pero en ese entonces no había logrado seducir al candidato. Es más, un poco picante y dolido, había salido a decir que “hay tanto ego que en una reunión de cinco liberales salen seis partidos”.
Luego de un fugaz coqueteo con Patricia Bullrich, donde miembros del equipo de la candidata consideraron que Cerimedo era un “un encantador de serpientes y “un gran chanta que vende medias verdades que son imposibles de verificar”, finalmente logró acercarse a las filas del autopercibido león y su impulso primordial no fue otro que el amor. Según cuenta, su esposa es fanática del referente libertario y llevaba años insistiendo para que se conocieran.
Al día de hoy, con Javier Milei como favorito y con los auspiciosos resultados de las primarias a cuestas, ¿cuál es su gran estrategia? “La misma que antes de las PASO, nada más que ahora se ve más fina porque la interna de Juntos por el Cambio dejó de comerse la agenda”, dijo el consultor la semana pasada, y concluyó: “la estrategia es la gente: la gente generando contenido, es Javier hablando de los temas que corresponde; es la gente la que hace la campaña”.
Lo que Cerimedo no aclara, y de hecho ahora niega, es la utilización de herramientas de “campaña sucia”, como las granjas de trolls que lo enorgullecían tan solo un año atrás: “Por supuesto que incluimos trolls. Partimos de la base de que si no lo hacés vos, lo va a hacer el otro. Los callcenter de Macri estaban mal hechos, pero acá —en referencia a su oficina de Puerto Madero— hay inteligencia artificial y granja de trolls. No percibís que no es una persona: hay cuentas que tienen 30 mil seguidores”. Muy confiable todo.
Todo esto para decir que la presencia de Javier Milei en aquella proyección privada de Sound of Freedom no fue para nada casual, sino todo lo contrario: fue un engranaje más dentro de una narrativa que, a la fuerza, intenta igualar a su emergente figura con las de otras nuevas derechas americanas consagradas, con Jair Bolsonaro y Donald Trump a la cabeza. Si bien tienen mucho en común, la cuestión resulta un tanto forzada si tenemos en cuenta tanto las contradicciones en el modelo económico —de las que ya hemos hablado— como también las contradicciones espirituales.
Dentro de los repudios que cosecharon las grandilocuentes críticas de Milei al Papa Francisco, que incluyeron fuertes declaraciones de su alma mater Eduardo Eurnekián y una misa en desagravio organizada por curas villeros, apareció el descontento del mencionado productor y potencial candidato presidencial Eduardo Verástegui, cuya profunda fe católica lo posiciona tan cerca del Sumo Pontífice que lo fue visitar este mismo año para hablarle de su tan preciada película. De hecho, este intrincado asunto no preocupa sólo a los ajenos sino también a los propios.
“Como católico sería muy bueno que el Papa visite a la Argentina. Es evidente que ahora el clima con LLA no es el mejor. Pero la intención es establecer canales de diálogo y puentes con la Iglesia para poder trabajar en los puntos que nos unen y que coincidimos. La Argentina está en una crisis muy grande que necesita el esfuerzo de todos”, dijo Santiago Santurio, asesor parlamentario del bloque de La Libertad Avanza en la Cámara de Diputados. Más allá de su título formal, Santurio es el encargado de tender puentes con las distintas iglesias y credos dentro del armado libertario. Su nombre y apellido parecen prediseñados para esta tarea, vamos a decirlo.
Luego de la estrepitosa caída de Horacio “Moloch” Rodríguez Larreta en las PASO, el candidato que abiertamente había salido a buscar el voto evangélico junto a Cynthia Hotton, hoy esa representatividad está en disputa y es trabajo de Santurio captarla de la mejor forma posible, rol que se le asignó por su estrecha relación con el sector construida en tiempos de “militancia celeste”.
“No hubo bajada de línea institucional ni la habrá en las generales de octubre”, declararon desde ACIERA, esa asociación que nuclea a más de 15 mil iglesias pentecostales y neopentecostales y que días antes de las PASO había convocado a una gran “oración nacional” por las elecciones. Más allá de esto, Christian Hooft, pastor que preside esta gran alianza y fundador de la iglesia Llegar Alto, estuvo presente en la avant premiere de Sound of Freedom y el sitio oficial de la asociación promocionó el estreno de la película que, casualmente o no, puso a Milei en el centro de la escena estadounidense y mundial.
Desde el armado libertario confían en que, tarde o temprano, esta afinidad ideológica terminará de forjarse al dejar de lado sus diferencias y poner el foco en los intereses comunes, que hoy por hoy estarían representados en la derogación de ciertas leyes de la que ya han hablado distintos candidatos de La Libertad Avanza, desde el aborto y la ESI hasta el matrimonio igualitario.
Ah, y cierto, me olvidaba. Como frutilla del postre, si todo esto male sal, el señor Fernando Cerimedo ya está poniendo fichas en su próximo laburo: la campaña de Donald Trump para 2024. En marzo de este año el consultor publicó en Twitter una foto junto a Carlos Díaz Rosillo, ex Secretario de Defensa de Trump, acompañada por la leyenda “Gran desayuno de trabajo. Se vienen cosas muy buenas estos próximos años”.
Esperemos que, en contra de todos sus deseos y aspiraciones políticas, Cerimedo tenga razón.
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Forma parte de Criolla Editorial. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.