Yo quiero creer #2: OVNIs en Argentina
Claves para una historiografía ufológica nacional, desde el primer peronismo hasta la Batalla de Bahía Blanca
(Antes de proceder a la lectura del siguiente artículo, se sugiere haber leído “Yo quiero creer: de lo religioso en la ufología”, un especial sobre la evolución del arquetipo narrativo de lo extraterrestre a través del tiempo y su relación con vertientes sectarias y políticas nacionales).
De mantener la vista en el cielo
“En mi gobierno me ha pasado de todo, sólo falta que lleguen los marcianos.”
- Alberto Fernández
Durante el mes de mayo de 1962, ver pasar un OVNI en el sur de la provincia de Buenos Aires se había vuelto algo casi cotidiano. Se habían sucedido unos ocho avistajes en apenas diez días y hasta un diario local había titulado con ligereza una nota con la frase “Un domingo con platos voladores”. Según se decía, uno de los grandes avistajes se había dado desde la base aeronaval Comandante Espora, localizada en Villa Espora, en las afuera de Bahía Blanca, mientras las autoridades aguardaban la llegada de una misión estadounidense.
Luego de esta seguidilla de días ufológicamente cargados comenzó a correr el rumor de que un ovni se había estrellado en las cercanías de la base militar Puerto Belgrano, en Punta Alta, y de que el personal militar había logrado recuperar tanto la nave como “material biológico no humano”, como recientemente se dijo en el Capitolio de los Estados Unidos. De hecho, se creía que estos restos habían sido entregados sin más al país del norte. Parece que la soberanía intergaláctica aún no se discutía.
Para entender por qué estaba tan naturalizada toda esta cuestión tenemos que remontarnos a los orígenes de este fenómeno en nuestra bendita nación, allá por el primer peronismo, precisamente al año 1947. Por ese entonces los diarios y revistas se encontraban plagados de noticias sobre los avances y descubrimientos científicos que llegaban desde Estados Unidos y la Unión Soviética. Leer sobre las posibilidades de la energía atómica y el desarrollo de cohetes a propulsión era cosa de todos los días y, como para terminar de despertar la imaginación, comenzaban a llegar los primeros cuentos de la así llamada “Edad de Oro” de la ciencia ficción, con autores como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke.
Antes de darse una vuelta por el hemisferio sur, los primeros ovnis modernos fueron avistados surcando cielos norteamericanos. Fue el 24 de junio de 1947 que el piloto Kenneth Arnold divisió una hilera de nueve objetos brillantes que volaban en formación, a un estimado de casi 2000 kilómetros por hora. Al otro día, el Chicago Sun tituló “Platos voladores supersónicos avistados por piloto de Idaho”, lo que dio origen al término que utilizamos hasta el día de hoy, a pesar de que Arnold luego saliera decir que había sido incorrectamente citado en su descripción de los objetos no identificados. Así nació el concepto de “platos voladores” que se esparció con rapidez a lo largo y a lo ancho del globo.
Durante las semanas siguientes al avistaje de Arnold se reportaron innumerables casos dentro de las fronteras de los Estados Unidos, un efecto contagio que no tardó en llegar a nuestro país y cuyo impulso final tal vez haya sido el ya histórico caso Roswell, que tuvo lugar el 2 de julio de 1947. Tan solo unos días después, el 15 de julio, el diario La Razón publicó una nota que intentaba dar cuenta de este curioso fenómeno y que contaba con este espectacular título: “Hay mucha fantasía, pero algo de verdad en la aparición de los famosos platos voladores”.
A lo largo de este artículo, y con asesoramiento de científicos y militares, se buscaba esbozar distintas teorías sobre el origen de estos objetos voladores no identificados: nuevos tipos de aviones desarrollados en secreto, testeo de armas soviéticas, resultados de experimentos atómicos, un invento local que se había salido de control, globos-sonda para uso meteorológico y un variadísimo etcétera. Ah, y sí, la nota estaba acompañada por un pequeño recuadro que mencionaba un presunto primer avistaje nacional sobre los cielos de Córdoba, casualmente. No está de más recordar que por esas épocas el desarrollo aeronáutico estaba en auge, habiendo estado al servicio de la Segunda Guerra Mundial, y que en los cielos europeos también se había rumoreado la aparición de los foo fighters: esferas luminosas que volaban a toda velocidad y a alturas inverosímiles, y cuyo origen todas las potencias juraban desconocer.
Al igual que había ocurrido en Estados Unidos, el efecto contagio fue instantáneo. Un artículo llevó a otro que llevó a otro. Ante la popularidad de la primicia, el diario La Razón decidió continuar explotando este novedoso fenómeno y registró la presencia de platillos voladores en Balcarce, en Bahía Blanca, en Olavarría y en Mar del Plata. La cantidad de avistamientos fue tal que para fines del mismo mes ya se lo había empezado a tomar con humor. En el diario La Nación, disfrazada de noticia, apareció una publicidad titulada “Los ‘platos’ en Buenos Aires”, acompañada de una imagen de platillos voladores sobre Avenida de Mayo y de la siguiente bajada: “Verdadero asombro ha causado comprobar la gran cantidad de ‘platos’ que en Buenos Aires se preparan con Aceite Uspallata, por su exquisito sabor”.
Hay que decir que el fenómeno ufológico en Argentina también se correspondía con algunas de las preocupaciones e intereses del gobierno de turno. Ya en 1943, con el GOU al poder, se había fundado el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales con el fin de explorar estos nuevos horizontes. Unos años después, durante el primer mandato del General Perón, se llevaron a cabo investigaciones en propulsión de cohetes y combustibles líquidos que culminaron en el desarrollo del primer misil de factoría nacional: el Tábano. Todo este vasto campo de interés se vio reflejado en la publicación de Mundo Atómico, revista dedicada a la divulgación e innovación científica cuyo último número coincidió con el golpe del ‘55.
Como curiosidad, no podemos dejar de mencionar una improbable combinación que se dio por esos años y que también guardaba relación con cierto acercamiento del gobierno nacional a las ciencias ocultas: la relación entre la ufología y el espiritismo. Acá entran en escena los Duclot, dos hermanos que practicaban sesiones espiritistas periódicamente y que aseguraban haberse topado con “amistades interplanetarias” por este medio. En una de estas sesiones, un presunto extraterrestre inmaterial les había comunicado que estaba en sus planes visitar Buenos Aires el 6 de septiembre de 1954.
El día señalado, una comitiva subió a la terraza del edificio Kavanagh, en el barrio de Retiro, para esperar a los hermanos intergalácticos. No sólo estaban presentes los Duclot, sino también una serie de invitados de lujo que incluía dos periodistas brasileños y un funcionario del IAPI. A pesar de esta imagen de película, los amigos extraterrestres nunca llegaron. De cualquier modo, los hermanos ya habían encontrado la forma de sacarle rédito a su experiencia espiritista-intergaláctica al publicar su libro Origen, estructura y destino de los platos voladores. Transcripción de las grabaciones sobre alambre registradas durante experimentaciones psíquicas (1953), de recomendadísima lectura.
Todo muy normal.
Este lunes nos desayunamos que, en su ya clásico editorial, Carlos Pagni habló sobre que la religión acababa de “entrar en la campaña” y sobre que la concepción de Javier Milei al respecto del mercado era de orden religioso. No nos van a engañar: Pagni (o quien le escribe los guiones) anduvo leyendo Picnic sideral.
Si querés que esta noble publicación siga brindando toda la actualidad del frente de batalla espiritual (y de otras disputas narrativas y culturales) antes que nadie y que Mate siga creciendo hasta el infinito y más allá, entrá a somosmate.ar y tiranos unos morlacos. De vos dependemos, persona que está leyendo estas palabras, y en tu buena voluntad confiamos🪐
Para bajar a tierra
“Los marcianos no pueden venir por guita.”
- Luquitas Rodríguez
Como si del siglo pasado se tratase, hace casi dos semanas, la noche del martes 5 de septiembre de 2023, la Base Aeronaval Comandante Espora se vio asediada por un objeto extraño que surcaba intempestivamente los cielos bahienses. Ante esta intromisión, el personal militar de la base decidió abrir fuego. Imágenes de este “enfrentamiento” rápidamente se viralizaron a través de las redes sociales y despertaron más dudas que certezas.
Según fuentes oficiales de la Armada, se trató de un vuelo de adiestramiento en helicóptero y no se utilizaron municiones de ningún tipo. De acuerdo con el reporte, el protagonista del malentendido fue “una unidad perteneciente a la 2° Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros, del tipo Sea King” que “realizó un vuelo establecido en el plan anual de instrucción; la actividad de adiestramiento se realizó entre las 19.50 y 22.30 horas del martes 5 y NO INVOLUCRÓ EL USO DE MUNICIÓN DE NINGÚN CALIBRE”. No sé por qué gritan, se entendió perfectamente.
¿Y el sonido de disparos que puede escucharse en los videos, se preguntarán? De nuevo, según fuentes oficiales, los videos que circularon estaban editados; un caso más de posproducción audiovisual al servicio de construir una noticia falsa —y después dicen que estudiar cine no sirve para nada—. Ah, y claro que si tenemos la versión oficial también tenemos una contra-versión. En este caso, de la mano de la Fundación Argentina de Ovnilogía, precedida por el ufólogo Luis Burgos. Como parte de un extenso comunicado alrededor del caso Bahía Blanca, la Fundación expresó:
“Se habría tratado de ‘un solo intruso aéreo’, silencioso, de color ámbar con cambios cromáticos al azulado que violó el perímetro de la Base entrando por uno de sus laterales. Se ignora el resultado de la acción, es decir, si el objeto volador fue finalmente abatido o si realizó un escape, como así también si hubo efectos colaterales, pero descartamos totalmente la presencia de personal de la Base herido, como dice una “imprudente” versión sobre un ataque de cuatro objetos triangulares negros provenientes del mar y respondiendo con rayos a la artillería terrestre.”
De acuerdo con esta interpretación, el comunicado oficial de la Base miente al declarar que no se utilizaron municiones ya que se contradice “con los videos viralizados captados por celulares y especialmente el que dimos a conocer de una cámara de seguridad de una vivienda cercana donde se escuchan, incluso, los ladridos de perros alterados” y también asegura que “tampoco hubo ‘edición’ de los videos caseros logrados por varios testigos”. Fuente: Arial 12.
La cosa es que este caso se inscribe en una reciente oleada de hechos y trascendidos que suscitaron un renovado interés por lo extraterrestre. Fue hace poco más de un mes que Bill Nelson, Administrador de la NASA, anunció desde la Casa Rosada y en compañía de Daniel Filmus el plan más albertista posible para abordar esta milenaria cuestión: una comisión de expertos que se disponía a analizar el tema antes de considerarse apta para emitir un comunicado oficial; como diría el recordado ministro Martín Guzmán: “sarasa”. Ese día se estableció un plazo de un mes para hacer público el informe, que finalmente vio la luz el día jueves de esta semana.
En el interín, como para ganarle de mano a los yanquis, este martes 12 de septiembre el no-muy-respetado periodista y ufólogo Jaime Maussan presentó ante el Congreso mexicano, bajo juramento, dos presuntos cadáveres extraterrestres. Según declaró, los restos fueron encontrados en una mina de diatomeas en la ciudad de Cuzco, Perú, y a través de un estudio con carbono-14 se determinó que databan de aproximadamente 1000 años atrás. Como no podía ser de otra manera, los memes no se hicieron esperar.
No está de más aclarar que, para la farándula mexicana, Maussan vendría a ser una suerte de híbrido entre Fabio Zerpa y Chiche Gelblung; un periodista sensacionalista obsesionado con la ufología y reconocido por haberse mandado ya algún que otro chasco. Por ejemplo, en junio de 2017 aseguraba haber descubierto cinco cadáveres extraterrestres momificados en las cercanías de las líneas de Nazca —fetiche de la mitología ufológica, si los hay—, descubrimiento que fue rápidamente desacreditado por científicos locales al tratarse de cadáveres de niños. Qué sorpresa, realmente. Si me preguntan a mí, la intuición me lleva a pensar que se trata de restos humanos ensamblados con los de algún que otro animal, como ocurría con los engaños taxidérmicos de antaño, de los que alguna vez hemos hablado.
A su vez, este año las redes sociales —sobre todo TikTok— se vieron inundadas por numerosas oleadas de videos de ovnis de toda índole y de toda época que la inmediatez confunde (o camufla) por actuales. De hecho, en esta misma red comenzó a correr una conspiración, o más bien una profecía. Al igual que el espíritu extraterrestre de los Duclot en los años ‘50, TikTok en su rol de entidad inmaterial anunció que el 27 de agosto la Tierra iba a ser finalmente visitada por sus hermanos del espacio exterior y su existencia iba a quedar a la vista de todos.
A todo esto y tras una larga espera, el día de ayer se dieron a conocer las conclusiones del informe que todos estábamos anhelando y, hay que decirlo, fueron previsiblemente decepcionantes. ¿Qué dijo la NASA? Que no se encontraron pruebas de vida extraterrestre pero que tampoco tienen certezas sobre el origen de estos fenómenos anómalos no identificados. De paso, aprovechando para llevar agua para su molino, aseguraron que el organismo requerirá nuevas técnicas científicas, como satélites más avanzados, para profundizar en sus estudios y que hay que trasladar la conversación sobre los ovnis “del sensacionalismo a la ciencia”. También dijeron que van a nombrar un director de investigaciones específico para este área y que van a valerse de nuevos desarrollos tecnológicos, como las IAs, para detectar anomalías.
Aunque no muchos hayan prestado atención, días antes del anuncio la respuesta más sensata y congruente para todo este show de la NASA la dio, como no podía ser de otra manera, un argentino. Rubén Lianza es un ex-piloto militar que hace años se encuentra al frente del CIAE (Centro de Identificación Aeroespacial), un organismo que opera dentro de la Fuerza Aérea y cuya misión no es otra que “organizar, coordinar y ejecutar la investigación y análisis de eventos, actividades o elementos presentes u originados en el aeroespacio de interés; identificar sus causas e informar las conclusiones a los organismos pertinentes que las requieran”.
Yo no sé ustedes, pero como adepto al tema —no tanto a la ufología sino más bien a la obsesión ufológica— desde hace años vengo siguiendo los informes de resolución de casos del CIAE, una serie preciosa de PDFs anuales dedicados a explicar de forma racional y empírica el avistaje ovni, y que a su vez demuestran un nivel de paciencia realmente envidiable. Como ejemplo paradigmático, y para que dejen de romperles tanto las bolas, este año lanzaron un muy didáctico video donde explican cómo una nueva oleada de avistamientos en nuestro país estuvo directamente relacionada con reflejos de luz solar refractada por la formación de los satélites Starlink de Elon Musk.
En una entrevista que tuvo lugar la semana pasada, Lianza fue increpado sobre las declaraciones de Bill Nelson y sobre cuáles eran sus expectativas para con el esperadísimo informe de la NASA. La respuesta fue lisa y llana: dentro del robusto aparato estatal de los Estados Unidos existen dos grandes organismos con costos de mantenimiento altísimos, como el AATIP y el AARO, dedicados exclusivamente a monitorear actividad aeroespacial no identificada y esta gente tiene que buscar continuamente algún tipo de excusa (o sea, despertar algún interés) para justificar la existencia de sus puestos de trabajo. Personas que se ganaron un lugar de relevancia en el auge platillista del siglo pasado y que hoy intentan mantenerse relevantes, aunque sea a fuerza de operaciones mediáticas.
“Bill Nelson no es la excepción”, concluyó Rubén Lianza, “y si de verdad tienen pruebas, que las muestren”. Si consideramos que la brillante conclusión del esperado informe fue reclamar por más recursos (ergo, mayor financiamiento), resulta difícil pensar que este varón argentino no tenga razón.
Como pequeña apostilla personal, me gusta considerar que, como toda narrativa, la ufología no deja de ser una búsqueda de sentido último fuertemente emparentada con el sentimiento religioso, un paralelo cristalizado para siempre en los más icónicos episodios de esa serie fundamental que es los Los expedientes secretos X (1993); eso mismo que representa tan tierna e íntimamente ese bello documental nacional llamado Luminum (2022) —del que también hemos hablado— valiéndose de una relación madre-hija: un sentido de pertenencia cósmica como forma de sentirnos menos solos ante lo inabarcable del universo.
Perdón si los decepcioné, yo siempre quise ser Mulder, pero la vida me llevó a ser Scully. Así las cosas 🛸
Agenda
15/9 - 21hs: Emisiones Nocturnas #11 (Música)
@ La Pulpería (Av. Dardo Rocha 396, Monte Grande, PBA). Entrada: $1200.15/9 - 21hs: Matar es hermoso (Teatro)
@ Teatro La Cochera (Fructuoso Rivera 541, Córdoba). Entrada: $2500.15/9 - 21hs: Damián Lemes - Gira 2023 (Música)
@ 1927 Espacio (Av. Casey 435, Venado Tuerto, Santa Fe). Entrada: $2000.16/9 - 18hs: El desprecio (1963) de Jean-Luc Godard (Cine)
@ Sala Leopoldo Lugones (Av. Corrientes 1530, CABA). Entrada: $1200.16/9 - 20hs: DAD (Drinks, Arte digital y DJs)
@ El Observatorio Centro Cultural (Independencia 1665, Santiago del Estero). Entrada: Gratuita.
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Santiago 👽
Santiago Martínez Cartier nació en Buenos Aires en 1992. Se define como escritor de ciencia ficción. Lleva seis novelas publicadas desde el 2014 hasta la actualidad. Forma parte de Criolla Editorial. Colaboró como redactor en diversos sitios especializados en cine y literatura, como Hacerse la crítica, House Cinema y El Teatro de las Voces Imaginarias, entre otros. Produjo el audiolibro El quinto peronismo en formato radioteatro, adaptación de su novela homónima. Organizó eventos culturales y programó y presentó ciclos de cine. Palermo Dead (2021), una sucesión de relatos de terror que transcurren en un edificio maldito construido sobre el Cementerio de la Chacarita, es su último libro.
Hermosa la frase "yo siempre quise ser Mulder, pero la vida me llevó a ser Scully"